Las palabras vanas de los políticos que nos desgobiernan dicen que los
recortes no han afectado a los servicios básicos. Sí, eso dicen.
El lunes tuve que entrar en el servicio de urgencias de un hospital. Nadie
acude a ese servicio por el placer de pasar un rato. Ver el sufrimiento como un
disfrute morboso o sádico de las desgracias cotidianas ajenas no es uno de los
hobbies más gratificantes que pueda tener una ciudadana como yo.
Las siete, las ocho, las nueve… La entrada de enfermos era un goteo continuo.
El trajín de enfermeras, auxiliares, médicos era continuo. “Un electro, una
analítica, … Hay que seguir el protocolo.”
Las diez, las once… Se oye una vocecita que clama entre los laberínticos
pasillos: “Señorita, por favor, aquí hay un enfermo que está vomitando”
Mientras, tú, intentando no inmiscuirte en la necesaria privacidad de cada
uno de los arrastran su dolencia, te mantienes en un rincón. Los médicos y
enfermeras acuden a unos y otros entre
el caos de la falta de personal, la falta de medios. “Un poco de paciencia
señora.” Entra una ambulancia con un accidentado. “En el otro “box” hay un
infarto agudo”
Las doce, la una de la madrugada… Uno de los enfermos que esperan, igual que
tú, los resultados del protocolo médico comenta: “Aquí entras bien y te pones
más enfermo” No, no estabas bien. Estamos en urgencias –digo. El enfermo me
contesta: “Hay gente en peor estado que yo.” No puedo evitar recordar a Rosaura
y su monólogo ejemplarizante.
Suplico a una de las enfermeras: “Señorita, perdone, señorita. Llevamos más
de… ya no sé cuántas horas estamos esperando. Sólo necesitamos saber el
resultado de las pruebas y el diagnóstico de un médico…”
Las dos, las tres, tres y media… Se acerca con unos papeles en la mano. Creo
que es una médica. No se presenta. “Siento el tremendo retraso que llevamos
pero… verá no hay personal suficiente. Antes teníamos a más enfermeras,
teníamos un servicio de limpieza fijo pero ahora, ya ve, no se puede limpiar el
suelo sucio de orines...”
Estoy cansada, el paciente también: “Sólo necesito que me dé un diagnóstico.
Quiero saber qué debo hacer, si me dan una respuesta puede que nos podamos ir y
seremos una carga menos.”
Las cuatro, las cinco… Vuelve a repetirme: “Disculpe todo el retraso. No
siempre es así aunque, con la falta de personal, somos menos eficaces.”
Y la miseria se adueña de los corredores y de las salas de espera de urgencias
de un hospital que acusa la falta de dotación económica para un servicio corriente
y fluido, propio de un país que dice ser europeo.
Larga, una noche, puede ser.
No podemos seguir así, soportando que un gobierno como el PP pisotee a los ciudadanos como este gobierno lo está haciendo. La sanidad debe ser pública, de calidad y universal. Gratuita no es porque la pagamos con nuestros impuestos. Por tanto exigimos que Rajoy y su gobierno en Madrid y sus adláteres en las comunidades autónomas dejen de pisotearnos y de recortar nuestros derechos sanitarios, pues hay excelentes profesionales y, todos los estudios al respecto demuestran la calidad y sostenibilidad del modelo sanitario público español. Por último quiero hacer hincapié en que los actuales recortes sanitarios están haciendo estragos en la limpieza hospitalaria. Es intolerable que la mugre se concentre en los hospitales simplemente porque los recortes se hayan hecho palmarios en este apartado. Un hospital no puede quedar sin limpieza porque hayan recortado en esa partida y vómitos y orines queden a la espera del horario de haya establecido para la limpieza. ¡Basta ya!
ResponderEliminarGracias por tu lectura y comentarios, Rosalía. Estoy completamente de acuerdo contigo. La sanidad es un bien público que no puede estar a la merced de los intereses políticos.
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