martes, 16 de agosto de 2016

ENRIQUE RAMBAL UN ACTOR VALENCIANO DEL SIGLO XX.





En la primera mitad del siglo XX, en los escenarios de toda España, y, en especial, en los de la ciudad de Valencia, se forjó un actor, un director de escena, un autor y un empresario del teatro: Enrique Rambal. Sus espectáculos se caracterizaron por crear nuevas tecnologías y nuevas formas de entender el teatro de ese momento. En su repertorio incluyó una gran variedad de géneros aunque el que verdaderamente le definió, a lo largo de su carrera, fue el melodrama. Si por algo se le reconoció su originalidad fue por una puesta en escena llena de trucos y golpes de efecto. Sus espectáculos se personalizaron hasta el punto de que el público los denominó con sus propios calificativos: rambalescos o rambalianos. Dedicó su vida por y para el teatro. A su muerte y sin motivo aparente desapareció de las historias del teatro contemporáneo. Hasta ahora, su trabajo artístico, sólo ha permanecido en el ideario del público que lo vio y disfrutó de sus innovaciones escénicas.
Enrique Rambal nació en Utiel (Valencia). Su fecha de nacimiento exacta no se conoce, en parte porque el propio Rambal fomentó este tipo de equívocos. La disparidad de opiniones entre periodistas y escritores a cerca de su edad así como la imposibilidad de encontrar un documento legal que la acredite no permite descartar ninguna de las opciones encontradas.
Transcurrió su infancia en Utiel donde la familia se había trasladado por motivos del trabajo de su padre quien era jefe de estación de la línea de ferrocarriles. Pocos años después, se trasladó a la ciudad de Valencia. Allí, Enrique Rambal, comenzó su vida laboral como cajista de una imprenta. Este trabajo le dio la oportunidad de completar su educación con el material que se insertaba en la prensa, en especial, alimentó su imaginación con la lectura de los folletines y las novelas que, a modo de suplementos semanales, se publicaban junto al periódico. No se sabe muy bien cómo, a edad temprana, se inició en el mundo teatral. Entró a formar parte de la compañía del actor valenciano Manuel Llorens (18?-1910) especializado en los sainetes de Eduardo Escalante. En febrero de 1910, Manuel Llorens, primer actor y director de la compañía, falleció en plena campaña teatral. La compañía se quedó sin director y estuvo a punto de desaparecer. Las noticias son confusas sobre quién asumió el liderazgo. La situación de la compañía valenciana fue un tanto a la deriva hasta que hubo un factor determinante para la compañía y que fue el matrimonio entre Enrique Rambal con la primera actriz de la agrupación: Justa Revert Ramón. La unión de ambos y la cohesión de la compañía sólo duró un año.
En 1915, Rambal formó a parte una nueva agrupación teatral. En esta compañía figuraba como primera actriz la valenciana: Carlota Plá. Esta actriz era muy conocida, en la ciudad de Valencia, por sus actuaciones en el teatro Eslava. A partir de ese momento, Enrique Rambal se convirtió en el responsable de sus propias compañías y comenzó a adquirir popularidad su nombre como actor.
Tras realizar unas cuantas campañas, por toda España y el norte de África, Rambal se asoció con el empresario andaluz: Tomás Álvarez Angulo. La sociedad empresarial Angulo-Rambal se denominó: Compañía dramática de obras policíacas, norteamericanas y de gran espectáculo Rambal. Con esta formación adquirió su mayor popularidad como actor de obras truculentas y melodramas policíacos. En 1920, junto con su socio, llevó a cabo su primer viaje a América. La campaña americana duró tres años hasta que Rambal dio por disuelta la sociedad y regresó a España en enero de 1923. El joven director-actor regresó de su experiencia americana con muchos beneficios y nuevas ideas escénicas.
Respecto a su vida privada, se sabe que durante esos años había establecido una relación estable con la también actriz de la compañía: Concepción Sacía Landi (?-1931).  Tuvo dos hijos con ella: Enriqueta Rambal Sacía (1920-2002) y Enrique Rambal Sacía (1924-1971). Conchita Sacía falleció en Valencia en 1931. A los ojos de todos, Enrique Rambal era viudo, aunque legalmente seguía casado con la actriz Justa Revert.
Pero volviendo a su carrera artística, los éxitos, tanto personales como los profesionales, parecían irle parejos. Uno de los más destacados fue la puesta en escena de El mártir del Calvario, una adaptación escénica sobre la pasión de Cristo.
Rambal hizo su primera y única incursión en el cine sonoro en 1934. Protagonizó la película titulada: El desaparecido. El director italiano afincado en Barcelona: Antonio Graciani fue el encargado de dirigir aquella versión escénica de un melodrama rambalesco. No obstante, el propio Rambal desestimó su futuro cinematográfico.
Durante todo el año 1935 el actor viajó por toda España. En su repertorio llevaba una  combinación de los espectáculos de siempre con los de su nueva creación. En junio de 1936 regresó a Valencia presumiblemente para su descanso vacacional. Le sorprendió el inicio de la Guerra Civil Española en su ciudad. Desde el principio se decantó por el gobierno legítimo de la República. Intervino en los espectáculos solidarios y a beneficio de la resistencia gubernamental. Rambal se convirtió en el responsable de las compañías que actuaban en los teatros  Principal y de la Libertad de Valencia.
Una vez finalizada la guerra, retomó su carrera en la misma ciudad con una cierta normalidad que resultó casi insólita. En julio de 1939 viajó a Sevilla donde permaneció hasta casi finalizar el año. Continuó sus giras por otras ciudades españolas y no regresó a Valencia hasta el mes de octubre de 1942. 
Durante los años de la posguerra la crisis social y económica fue muy aguda en todo el país, por supuesto, el teatro no fue ajeno a ella. Junto a esa precariedad se unió el creciente auge de un nuevo competidor por el público: el cine. A pesar de todo Rambal supo usarlo a su favor. El retraso técnico de los locales de proyección cinematográfica le sirvió para poder continuar con su repertorio melodramático alimentado de los estrenos de la gran pantalla que al país tardaban en llegar. Sus nuevos montajes se fundamentaban en los estrenos del cine que aún no se veían en los cines españoles.
A su vez, poco a poco, su hijo Enrique fue asumiendo una mayor relevancia en la compañía como primer actor del repertorio. Rambal comenzó a dedicarse más a las labores de administración. Su hija Enriqueta, que continuaba siendo una de las primeras actrices de la compañía, contrajo matrimonio con el también actor valenciano: Roberto Pérez Carpio, quien, desde el principio, ostentó la dirección artística de la compañía.
Con el paso del tiempo, los espectáculos se fueron encareciendo cada vez más. Había una menor afluencia de público. En los últimos años de su carrera, la crisis, tanto familiar como artística, le llevó a la quiebra.  Enrique Rambal hizo un último esfuerzo de recuperación económica con una nueva campaña americana entre 1950 y 1951, pero el resultado económico no fue el deseado. La compañía familiar se desmembró. Su hijo Enrique se quedó en México donde consiguió gran popularidad, tanto como actor de teatro, como de cine donde, posteriormente, su carrera profesional, le llevaría hacia la posición de ser el actor referente de las telenovelas de la televisión mexicana.
En 1952, ya de regreso a España, Enrique Rambal estaba acosado por las deudas. Intentó retomar su carrera teatral, pero sin el éxito deseado. A finales de ese año, volvió a la ciudad de Valencia donde sabía que su público siempre le era fiel, sin embargo ya nada fue como antes. Los espectadores no acudían en masa a sus espectáculos. La llegada del color al cine junto a una mejor calidad técnica de las salas de cine españolas y una mayor rapidez en la distribución de las nuevas producciones fílmicas, fueron factores decisivos para que el público prefiriese ver cine a acudir a sus espectáculos.
El 10 de mayo de 1956  murió a causa de las heridas que sufrió al ser atropellado por una motocicleta en la ciudad de Valencia.

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