En la primera
mitad del siglo XX, en los escenarios de toda España, y, en especial, en los de
la ciudad de Valencia, se forjó un actor, un director de escena, un autor y un
empresario del teatro: Enrique Rambal. Sus espectáculos se caracterizaron por crear nuevas
tecnologías y nuevas formas de entender el teatro de ese momento. En su
repertorio incluyó una gran variedad de géneros aunque el que verdaderamente le
definió, a lo largo de su carrera, fue el melodrama. Si por algo se le
reconoció su originalidad fue por una puesta en escena llena de trucos y golpes de efecto. Sus
espectáculos se personalizaron hasta el punto de que el público los denominó
con sus propios calificativos: rambalescos
o rambalianos. Dedicó su vida por y
para el teatro. A su muerte y sin motivo aparente desapareció de las historias
del teatro contemporáneo. Hasta ahora, su trabajo artístico, sólo ha
permanecido en el ideario del público que lo vio y disfrutó de sus innovaciones escénicas.
Enrique Rambal
nació en Utiel (Valencia). Su fecha de nacimiento exacta no se conoce, en parte
porque el propio Rambal fomentó este tipo de equívocos. La
disparidad de opiniones entre periodistas y escritores a cerca de su edad así
como la imposibilidad de encontrar un documento legal que la acredite no
permite descartar ninguna de las opciones encontradas.
Transcurrió su infancia en Utiel donde la familia se
había trasladado por motivos del trabajo de su padre quien era jefe de estación de la línea de
ferrocarriles. Pocos años después, se trasladó a la ciudad de Valencia. Allí, Enrique
Rambal, comenzó su vida laboral como cajista de una imprenta. Este trabajo le dio
la oportunidad de completar su educación con el material que se insertaba en la
prensa, en especial, alimentó su imaginación con la lectura de los folletines y las novelas que, a modo
de suplementos semanales, se publicaban junto al periódico. No se sabe muy bien
cómo, a edad temprana, se inició en el mundo teatral. Entró a formar parte de la compañía del
actor valenciano Manuel Llorens (18?-1910)
especializado en los sainetes de Eduardo Escalante. En febrero de 1910, Manuel
Llorens, primer actor y director de la compañía, falleció en plena campaña
teatral. La compañía se quedó sin director y estuvo a punto de desaparecer. Las
noticias son confusas sobre quién asumió el liderazgo. La situación de la
compañía valenciana fue un tanto a la deriva hasta que hubo un factor determinante
para la compañía y que fue el matrimonio entre Enrique Rambal con la primera actriz
de la agrupación: Justa Revert Ramón. La unión de ambos y la cohesión de la
compañía sólo duró un año.
En 1915, Rambal
formó a parte una nueva agrupación teatral. En esta compañía figuraba como primera actriz la valenciana: Carlota Plá. Esta actriz era muy
conocida, en la ciudad de Valencia, por sus actuaciones en el teatro Eslava. A
partir de ese momento, Enrique Rambal se convirtió en el responsable de sus
propias compañías y comenzó a adquirir popularidad su nombre como actor.
Tras realizar unas cuantas campañas, por toda España y el norte de África, Rambal se asoció
con el empresario andaluz: Tomás Álvarez Angulo. La sociedad empresarial
Angulo-Rambal se denominó: Compañía
dramática de obras policíacas, norteamericanas y de gran espectáculo Rambal.
Con esta formación adquirió su mayor popularidad como actor de obras
truculentas y melodramas policíacos. En 1920, junto con su socio, llevó a cabo
su primer viaje a América. La campaña americana duró tres años hasta que Rambal
dio por disuelta la sociedad y regresó a España en enero de 1923. El joven
director-actor regresó de su experiencia americana con muchos beneficios y
nuevas ideas escénicas.
Respecto a su
vida privada, se sabe que durante esos años había establecido una relación estable con la también
actriz de la compañía: Concepción Sacía Landi (?-1931). Tuvo dos hijos con ella: Enriqueta Rambal
Sacía (1920-2002) y Enrique Rambal Sacía (1924-1971). Conchita Sacía falleció
en Valencia en 1931. A los ojos de todos, Enrique Rambal era viudo, aunque legalmente
seguía casado con la actriz Justa Revert.
Pero volviendo a
su carrera artística, los éxitos, tanto personales como los profesionales, parecían
irle parejos. Uno de los más destacados fue la puesta en escena de El mártir del Calvario, una adaptación escénica sobre la pasión
de Cristo.
Rambal hizo su
primera y única incursión en el cine sonoro en 1934. Protagonizó la película titulada: El desaparecido. El director
italiano afincado en Barcelona: Antonio Graciani fue el encargado de dirigir aquella versión escénica de un melodrama rambalesco. No obstante, el propio Rambal desestimó su futuro
cinematográfico.
Durante todo el
año 1935 el actor viajó por toda España. En su repertorio llevaba una combinación de los espectáculos de siempre
con los de su nueva creación. En junio de 1936 regresó a Valencia
presumiblemente para su descanso vacacional. Le sorprendió el inicio de la
Guerra Civil Española en su ciudad. Desde el principio se decantó por el gobierno legítimo
de la República. Intervino en los espectáculos solidarios y a beneficio de la
resistencia gubernamental. Rambal
se convirtió en el responsable de las compañías que actuaban en los
teatros Principal y de la Libertad de
Valencia.
Una vez
finalizada la guerra, retomó su carrera en la misma ciudad con una cierta normalidad
que resultó casi insólita. En julio de 1939 viajó a Sevilla donde permaneció hasta casi
finalizar el año. Continuó sus giras por otras ciudades españolas y no regresó
a Valencia hasta el mes de octubre de 1942.
Durante los años
de la posguerra la crisis social y económica fue muy aguda en todo el país, por supuesto, el
teatro no fue ajeno a ella. Junto a esa precariedad se unió el creciente auge de un nuevo competidor por
el público: el cine. A pesar de todo Rambal supo usarlo a su favor. El retraso
técnico de los locales de proyección cinematográfica le sirvió para poder
continuar con su repertorio melodramático alimentado de los estrenos de la gran pantalla que al país tardaban en llegar. Sus nuevos montajes se fundamentaban
en los estrenos del cine que aún no se veían en los cines españoles.
A su vez, poco a
poco, su hijo Enrique fue asumiendo una mayor relevancia en la compañía como
primer actor del repertorio. Rambal comenzó a dedicarse más a las labores
de administración. Su hija Enriqueta, que continuaba siendo una de las primeras
actrices de la compañía, contrajo matrimonio con el también actor valenciano: Roberto Pérez Carpio, quien, desde el principio, ostentó la dirección artística
de la compañía.
Con el paso del
tiempo, los espectáculos se fueron encareciendo cada vez más. Había una menor
afluencia de público. En los últimos años de su carrera, la crisis, tanto familiar como artística, le
llevó a la quiebra. Enrique Rambal hizo un último esfuerzo de
recuperación económica con una nueva campaña americana entre 1950 y 1951, pero el
resultado económico no fue el deseado. La compañía familiar se desmembró. Su
hijo Enrique se quedó en México donde consiguió gran popularidad, tanto como
actor de teatro, como de cine donde, posteriormente, su carrera profesional, le llevaría
hacia la posición de ser el actor referente de las telenovelas de la televisión
mexicana.
En 1952, ya de
regreso a España, Enrique Rambal estaba acosado por las deudas. Intentó retomar su
carrera teatral, pero sin el éxito deseado. A finales de ese año, volvió a la ciudad de Valencia donde
sabía que su público siempre le era fiel, sin embargo ya nada fue como antes.
Los espectadores no acudían en masa a sus espectáculos. La llegada del color al
cine junto a una mejor calidad técnica de las salas de cine españolas y una
mayor rapidez en la distribución de las nuevas producciones fílmicas, fueron
factores decisivos para que el público prefiriese ver cine a acudir a sus espectáculos.
El 10 de mayo de
1956 murió a causa de las heridas que
sufrió al ser atropellado por una motocicleta en la ciudad de Valencia.
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