viernes, 28 de diciembre de 2012

DESDE EL ANONIMATO



Hace unas semanas busqué algunos documentos y me encontré con tantos documentos fotográficos que creé un álbum de fotografías de mujeres desconocidas. Mujeres de distintas décadas que posaban según el momento en el que les había tocado vivir.

Al principió pensé que podía hacer una especie de almanaque electrónico con esas imágenes. Mi primera intención era poner una fotografía de mujeres del siglo pasado junto a mujeres del presente. Parecía sencillo. Pensé, busqué, y me puse un plazo para hacerlo. Tras varias consultas y calibrar la complejidad de mi idea, decidí tomar la iniciativa y crear mi pequeño homenaje a mi manera, es decir, con aquello que sé hacer. Durante varios días he estado buscando fotografías, las he comparado, las he analizado e intentado darles una correlación en el tiempo y en el espacio. No sé  casi nada de ellas, ni el mes en el que se elaboraron, ni el lugar donde fueron tomadas, desconozco la época exacta, ni tan siquiera sé cual era la extracción socio-económica de esas mujeres, pero eso no me ha hecho desistir de mi idea, de hecho creo que merecen tener un pequeño hueco en mi blog. Si sirve de algo el que les haga un lugar en mi imaginación y en mis comentarios puede que desde su anonimato y desde el mío propio, resulte más sencillo reconocer hechos y momentos que pueden pasar desapercibidos en el instante en el que están ocurriendo.

De las muchas que he localizado sólo os muestro doce, por aquello de mantener mi idea primigenia de crear un almanaque. Ante la imposibilidad de poder ordenarlas por aquello que podría darles más sentido y que es la fecha y espacio de toma lo haré por aquello que es más evidente a  la vez más arbitrario: mi criterio.


Hubo un tiempo en el que la superstición y el engaño iban de la mano alimentándose de ignorancia. En numerosas ferias de pueblos se incluía la lectura de las cartas como una atracción de feria y como algo que tenía su propio público, en especial, las mujeres. La imagen de una mujer vestida con ropas de gitana y una baraja en sus manos se repetía en cada una de esas casetas donde si podía conocer el futuro que te esperaba por unas pocas monedas. En esta fotografía se puede observar que la mujer que sostiene las cartas no mira las cartas que sostiene entre sus manos sino la expresión de la chica que esta sentada delante de ella. No lee sus cartas sino lee su interés por saber y por conocer aquello que le depara la vida. Le va a contar lo que ella quiere oír y no tendrá reparo en hacerlo a pesar que sabe que se trata de un engaño.
Hoy en día nos parecería una manera de engañar simplona, pero quién no ha visto que esta imagen, tan popular, se repite constantemente, con otro atuendo, con otros decorados aunque con una misma intención de estafar a los crédulos, a los desahuciados, a los dispuestos, en definitiva, a oír aquello que quieren oír. Quizá esta instantánea tenga más de cien años pero eso no quiere decir que su vigencia haya cesado.


Cinco chicas borrosas sonríen dentro del agua. No se puede sabes si están en el mar, en un lago o un río. Hay dos chicas más alejadas que no parecen prestar atención al fotógrafo. ¡Qué importa! A ninguna de las siete se les distinguen los rostros. Sólo importa su amplia sonrisa. 

Si quieres ser una buena ama de casa debes de aprender un oficio como el de costurera. Son cuatro para dos máquinas de coser pero no importa, mientras unas cosen con la máquina las otras pueden hilvanar, entre otras cosas. De esta fotografía dos son las caras que más interesantes me parecen. La primera es la muchacha que posa su mano sobre la máquina de coser. Tiene cara de avispada, de decidida y de ser la que más pronto responda en el momento que sea preciso. Su seriedad indica que no le gustaba mucho la idea de la fotografía pero, ¡qué le vamos a hacer! No correspondía a ella decir que no quería. La otra chica que destacaría es la que sostiene unas tijeras en la mano y sonríe. Tiene una mirada frívola. La media sonrisa contrasta, con sus ojos ojerosos y llenos de pésimos sentimientos, un toque de perversión. Quizá vea demasiado en ella pero creo que es la que dirige a las otras modistillas.

Estas niñas disfrazadas de mayores me tienen intrigada. La de la derecha lleva el aspecto de una gitanilla, pero la otra, que le tira del brazo ¿qué representa? Parecen expresar su intención de ser mayores antes de serlo. Difícil tarea.





Esta fotografía puede ser de cualquier momento. El trabajo en el mar es duro pero más dura es la búsqueda de la ganancia que se ha arrancado del fondo de sus aguas. Las mujeres que se ven van cubiertas con mantos. No se les puede ver la cara pero sí el trabajo de selección que, junto a los hombres, les hace iguales. No hay diferencia de género para el trabajo duro. Son iguales para obtener la comida de cada día, pero son distintas para tomar la decisión del trabajo.


Aquí están tres mujeres jóvenes vestidas con el uniforme de criadas. El espacio parece ser una azotea de un edificio norteamericano. Su cuello blanco y almidonado, que hace juego con su mandil, deslumbra con su blancura que les llega hasta los puños de su blusa. Parecen sonrientes pero digo parecen porque la sonrisa se queda en un simulacro y la palidez de sus rostros resalta hasta en el propio blanco y negro de la fotografía. ¿Cuántos años deben tener las dos que están sentadas en el borde? ¿Veinte? Quizá menos, lo que sí es evidente que la que se coloca por encima sujetando sus cabezas se siente más segura en el puesto que ocupa e intenta demostrar su supremacía tomando altura ante las que pueden que sean iguales pero no por ello idénticas en su voluntad de criadas.



Guerra Civil (1936-1939). Las mujeres avanzan con pie firme. Hay que ayudar. Hay que salvar lo que tanto nos ha costado conseguir. Hay que ir al frente y luchar por aquello que tanto nos ha costado arrancar a los hombres. No importa el frío. No importa que no tengamos comida. No importa, al fin y al cabo, que la guerra fue una cuestión de hombres. Rescatar lo ganado es de justicia.
He aquí la imagen de la pobreza. Esta es una de las instantáneas más populares de la fotógrafa Dorothea Lange. Me imagino que deben de existir ríos de tinta sobre esa imagen, sin embargo, mi interés por esta fotografía estriba en la mirada perdida de esta mujer que oculta la cara de sus tres hijos. No sé como interpretarla pero creo que la depresión, no sólo la económica, se ha cebado de su mente y ya no tiene tiempo de pensar en la miseria que le rodea. La mugre y el hambre son sus compañeras, no obstante, algo debió de ir bien, espero.


Tanto por el vestuario como por los edificios y automóviles que se ven, me inclino a pensar que se trata de una fotografía de los años cincuenta. Nieva, y por la expresión de la muchacha que luce las flores, hace bastante frío. La nieve cae a su alrededor pero nadie les puede quitar el placer de inmortalizar un momento de su vida. Puede que sea el único instante en el que tengan su protagonismo. Quizá la fiesta no resulte como se esperaba pero valió la pena haber sido el centro de atención de la cámara que, pocos segundos después, les ha devuelto al anonimato.


Esta mujer, de expresión taciturna, lee un periódico. Se plantea la disyuntiva de una imagen que no parece ser la más ligada a la realidad cotidiana. La lectura siempre entraña un deseo de conocer qué ocurre. ¿Hasta qué punto se permitía a una mujer conocer aquello que la controlaba o la acotaba? Leer os hará libres, pero también os hará peligrosas porque ya no dejaréis que os controlen con tanta facilidad.


 
En junio de 1913, en la ciudad de Budapest, hubo un congreso de sufragistas de todos los puntos del mundo. Cuánto había por hacer, pedir y reclamar. Este año 2013 se cumplirán cien años de esta reunión. ¿Sirvió para algo? En primer plano se ve a tres mujeres ataviadas con ropas más propias del siglo XIX. La mujer que empuña un paraguas, lleva unos quevedos calados y su sombrero de paja, más usado por los hombres del momento que por las mujeres que preferían los adornados con flores o plumas, le da un aire de dama universitaria que pretende demostrar, en su vestuario, su condición de letrada, de estudiosa que ha tomado los roles conferidos a los hombres y que ella parece reclamar como propios por legitimidad.
Y como final escojo un día en el campo. Aquí se puede ver a mujeres de todas las edades. Mujeres de todas las generaciones y a dos niños pequeños que forman parte de su vida. Todas tumbadas sobre la hierba y luciendo su mejor sombrero de verano que no su mejor sonrisa. Destacaría la que parece ser una de las mayores. Se trata de la mujer que esta junto al bebé y lleva un vestido de marinero. No sonríe. No tiene interés por hacerlo. Quizá ha cumplido el ritual de la fotografía campestre como toda en cada una de las temporadas veraniegas. Si ella pudiese contarnos.

Este es una pequeña selección que mi amiga Eva Huarte me ha animado a hacer.
¡Feliz día de los inocentes!


martes, 18 de diciembre de 2012

LA FRAGILIDAD DE LA MEMORIA


Si lees la prensa descubres que, a los pocos días, los temas que eran de primera pasan a ser de segunda o tercera o, simplemente, desaparecen del  interés de la primera página. En ese caso se encuentran los desahucios. Hace unas semanas era algo tan angustiante y desconsolador que ocupó páginas y páginas, noticias interminables, resoluciones imposibles y términos  ensordecedores que no nos daban alternativa de ninguna manera a una solución racional. Después de un mal parche del “desgobierno” actual y que parece no servir de mucho, la noticia ha caído en saco roto. Los desahucios han pasado a segundo plano. No interesan tanto o simplemente la noticia ya no ocupa la primera portada.


La Navidad esta cerca y todo y, en especial la publicad, nos lleva a la nuestra infancia. La mía no deja de ser como la de todos, espero. Recuerdo que era tiempo de estar en casa y de disfrutar de la familia, algún que otro regalo y sobre todo cuentos interminables.  La lista de cuentos sería interminable pero quizá el cuento que más relación puede tener con la situación de las familias sin casa podría ser La fábula de los tres cerditos. Sí, la recordáis los tres cerditos  músicos se independizaban de su madre y buscaban una casa. Según me contaban, el primero de los cerditos era un haragán y no se preocupó por hacer una buena casa, por eso, el lobo con un soplo se la derribó. El segundo la trabajó un poco más pero tampoco resistió el gran fuelle del lobo. Por último, el cerdito más aplicado la construyó de ladrillo y él resguardó a sus hermanos los desahuciados por el lobo.

¿Os suena? Creo que en la actualidad la relación que hay entre los bancos y los ciudadanos sería la misma que mantenían estos personajes imaginarios.
“Soplaré, soplaré y la casa tiraré” Esa era la cantinela que tenía el lobo sobre los cerditos asustados.  Me pregunto hasta qué punto  el lobo sería el responsable de la ventisca o el empleado de la banca que concedió un crédito sin asesorar debidamente.


Puede que nuestro lobo particular no entre por la chimenea sino que tenga los huesos flácidos y atraviese nuestra pantalla y penetre en nuestra intimidad con un solo clic.
Me imagino que a todos nos puede surgir la duda de qué fue de los dos cerditos desahuciados y del hermano generoso que los acobijó. ¿Viven felices por siempre o tal vez el lobo les esperaría a la puerta para esperar a que saliesen de su tan segura casa?


miércoles, 12 de diciembre de 2012

DIFRAZAR LA REALIDAD

Todos los días hay una manifestación u otra en las calles de nuestras ciudades. El gobierno parece no oírlas. Maestros, ferroviarios, médicos, jueces... ciudadanos en definitiva, salen a la calle a protestar ante un gobierno que impone su voluntad a golpe de decreto ley y con el poder absoluto de una rara mayoría.
Maquillar las acciones es como querer disfrazar lo real, lo natural.  Una manzana es una manzana por mucho que la vistas con ropajes. No dejará de ser verde porque la recubras de hilos y botones.


 El actual gobierno quiere hacernos ver que la verdad es suya y que nosotros somos unos necios por no tragarnos sus argumentos.
Cuando era pequeña, mi padre me explicó que cuando dos personas no estaban de acuerdo con una situación determinada, lo que debían de hacer era razonar sobre la situación; en definitiva se trataba de que cada uno expresara su punto de vista y al final, en la medida de lo posible, se intentase llegar a un acuerdo. Mi padre creía en la democracia.
Hoy he escuchado el control al gobierno. La oposición, unos brillantes, otros con más oficio, algunos con entusiasmo aunque todos, en definitiva, con el mismo objetivo, han intentado rebatir a un gobierno que no escucha y que se ha trazado una meta: destrozar el estado de bienestar.

En el cuento de El traje nuevo del emperador aunque todos veían la realidad y todos la comentaban, ninguno quería hacerle ver al gobernante que andaba en paños menores. ¿Quién será el niño inocente que le diga al presidente del gobierno que anda desnudo con el traje que le han vendido en la Unión Europea? ¿Quién le hará caer en la realidad de que el gasto de ese costoso traje sólo nos ha llevado a la ruina social?  
Si subes al metro, al autobús, vas a la cafetería todos hablan de lo mismo: del desastre que anda provocando este gobierno que sólo sabe reírse de nosotros cuando anuncia rescates, recortes y despidos. ¿Qué nos pasa? Quizá no estamos aún lo bastante acorralados como para decirle la verdad ya de una vez. A veces me pregunto si todos vamos todos disfrazados de inanes.

domingo, 9 de diciembre de 2012

EVITANDO A WERT

No hace falta que os recuerde las últimas intervenciones del "ministro" Wert. La prensa, en todos los medios, ha explicado, contrastado y discutido las decisiones bajo manga que este "señor" dicta cada vez que habla.
Sus reformas, siempre oportunas para enmascarar otros hechos, salen al mismo tiempo que destrozan los derechos de nuestra tan ya maltrecha sociedad.
Becas recortadas, dotaciones anuladas, docencia multiplicada para el profesorado, reducidas las dotaciones... la lista sería interminable.
Por si algo nos quedaba en duda de que este "ministro" que dice llamarse de educación pensaba hacer, ahora pacta sigilosamente una vuelta a las dogmáticas enseñanzas de los años cuarenta y cincuenta con la imposición de la asignatura de religión.
No quiero entrar en más detalles de todos conocidos y sino a las hemerotecas me remito, sólo reflexiono sobre la oportunidad de entrada en escena de este peón que dice llamarse "señor ministro de la educación" y que esta jugando sus cartas en momentos acuciantes de nuestra democracia.
Ciudadanos, las libertades personales peligran.
Ciudadanos, nuestro futuro es incierto.
Mientras asistimos al derrumbe de nuestro tan sufrido y logrado estado del bienestar alguien como Wert se permite la guasa de hacer un símil taurino. Sintiéndose el centro de atención de la prensa que le preguntaba, casi incrédula, por sus últimas bravatas, él sonreía ladinamente para decir que cuando más rodeado y acosado estaba mejor se sentía como  si fuese un toro bravo en el ruedo.
Ante este comentario de persona pobre de confianza en sí misma acudió a mi mente este cuadro de Eduardo Naranjo sobre la fiesta nacional.

 
El torero ágil salta sobre el morlaco que sólo ve el palo pero no ve al hombre. El morlaco enviste, lo que no sabemos si el animal es corto de miras y no puede entender que su situación es sólo la de un peón que, cuando termine su escena de malvado en esta contrarreforma, el presidente de la fiesta nacional lo echará al corral por ser flojo de manos y dejarse llevar por sus aires de superioridad.
¡Pobre ignorante! Wert no se da cuenta de que sólo es una marioneta, al igual que su jefe, en manos de los intereses de una oligarquía escondida. Hay una minoría que quiere el control absoluto y necesita de títeres como éstos que nos gobiernan para que les resuelvan los trabajos sucios e impopulares. Debemos descubrirlos antes de que nos destruyan. El tiempo nos apremia.