viernes, 28 de junio de 2013

LA MANO EN EL FUEGO, ROMPO UNA LANZA




Pongo la mano en el fuego o rompo una lanza, según se prefiera la expresión a que el hermetismo que mantiene el presidente, ante la crisis política que vive su partido político tiene su razón de ser. No me equivocaré si digo que no hablará de lo que todo el mundo intuye. No faltaré a la verdad si digo que no dará la cara ante la ciudadanía. No incurriré en error si digo que nadie, absolutamente nadie, será cesado en su cargo.
Por desgracia vivimos en un país domesticado. Cuarenta años no pasan porque sí en una sociedad.
A pesar nuestro, a pesar del sufrimiento que estamos soportando, hemos llegado a tal grado de obediencia que, ni los sectores críticos se atreven a levantar la voz ante tanta mordida o corrupción qué más da el término que se utilice para definirlo.
Se suceden las declaraciones esperpénticas y no hay nadie que les ponga veto al ridículo supino que ejercen.
¿Qué nos ocurre? ¿ Sufrimos algunos efectos secundarios de la llamada “sociedad del bienestar” que nos atontan? ¿Qué esperamos para rescatar ese concepto que tanto nos llenó la boca en épocas pasas? Sí, me refiero al honor ¿dónde está nuestra honorabilidad? ¿Dónde hemos dejado aparcada la honra de este país?

martes, 25 de junio de 2013

EL SENTIDO COMÚN

Puede resultarle muy fácil a Rajoy apelar al sentido común, sobre todo a quien demuestra no poseerlo. Más de una vez le oímos decir que actuará con el sentido común y lo que la conciencia le dicte. Me atrevo a decir que más de un español está algo cansado sino bien harto de que se apele a nuestro sentido común cuando, los que deberían hacer ostentación del mismo, son incapaces de demostrarlo.

Un buen ejemplo de la estupidez lo ostenta el actual ministro de cultura, educación y deporte. Con su bravuconería ha conseguido poner a TODOS, absolutamente a todos, los sectores de esta heterogénea sociedad española contra él. Se habla del malestar que abunda en las filas de su propio gabinete, sin embargo, y a pesar que se agradecería mucho, no hacen atributo de su buen sentido común y lo destituyen para evitar que continúe quebrando la maltrecha educación que tantas penurias anda sufriendo desde hace años. Cierto es que la culpa puede que venga de lejos y sean los gobiernos, que ha tenido este estado a lo largo más de treinta años de democracia, que con sus disputas internas y su dejadez hayan propiciado el vacío legal adecuado para que permita a un insensato personaje bravucón y son sentido de la equidad, quien pretende españolizar a los que no lo desean como si fuese un misionero en conquista de nuevas tierras, que deshaga a su antojo.
No quiero ser pesimista y aunque la adversidad sea tan grande y corran tiempos aciagos para nuestra educación, siempre hay un rayo de luz entre estas tinieblas y por eso me pregunto si el estudiante: Anatolio Alonso es producto de esa educación, que tanto desprecia el susodicho ministro o sólo es un producto de generación espontánea.


Creo que no, que no es espontáneo sino que es el resultado del buen sentido común, el entorno y los buenos maestros que el joven ha tenido. En sus muchas declaraciones de estos días a las que se ha visto obligado a efectuar como consecuencia del resultado en la prueba de la selectividad, ha demostrado tener más humildad y sentido común que ese amorfo personaje que ostenta la cartera ministerial.


Mi enhorabuena a Anatolio y la hago extensiva a todos los chicos y chicas anónimos que, si bien no han conseguido una nota tan espectacular, no por ello dejan de ser merecedores de felicitaciones, el que más o el que menos sabe lo que es el esfuerzo de preparar un examen de esa índole.

jueves, 20 de junio de 2013

DE ZARANDAJAS Y OTRAS PRODUCTIVIDADES



Ando unos días aturdida por tanta desinformación sobre la economía de nuestro estado. Productividad, rentabilidad… todo son palabras que llenan la boca de aquellos dicen llamarse expertos.
Para aclarar un poco los conceptos, recurro a las armas de toda la vida.
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española RAE, el concepto de productividad tiene varias entradas, en la tercera indica que se trata de una:
“Relación entre lo producido y los medios empleados, tales como mano de obra, materiales, energía, etc.”
Por si la cosa no queda clara, el diccionario añade el siguiente ejemplo:
“La productividad de la cadena de montaje es de doce televisores por operario y hora”
Se habla de la falta de productividad de los servicios públicos,  y no puedo dejar de preguntarme si es más rentable producir un televisor que la educación de una persona o producir un coche de ingeniería alemana frente a una persona sana.
Pero soy disciplinada y sigo buscando otro de los conceptos que tanto se manosea, estos días, en la prensa, se trata de la palabra rentabilizar.
Según del diccionario de la RAE la definición de este concepto es:
“Hacer que algo sea rentable, productivo o provechoso”
Creo que en vez de conseguir que mis dudas se desvanezcan  han aumentado, porque si productividad esta en relación directa con la rentabilización, entonces es cuando no tienen sentido las zarandajas de la vida.  Esas pequeñas nimiedades que nos hacen seguir en un servicio público donde, no sólo se hace un trabajo sino que se  busca hacer la vida más práctica, sencilla y llevadera a los que vivimos en una sociedad preestablecida. Esas zarandajas con las que me quedo como son la educación, la sanidad  y el bienestar de las personas que a veces te agradecen más una sonrisa o una palabra amable que un cheque regalo en una gran superficie. Prefiero la zarandaja de la sonrisa de un niño cuando le ayudas.
Prefiero las zarandajas de esos trabajadores de la administración que con su trabajo callado, rutinario y diario crean las herramientas necesarias para hacer que todo funcione entre esos que desprecian lo desconocido.

De qué sirve tanta productividad con una rentabilidad bajo sospecha si no nos hace una vida fácil, si no nos permite salir de una situación crítica que la gente corriente, la gente de la calle como yo,  no hemos creado. Para qué queremos ser tan efectivos y rendir tanto si eso no nos lleva hacia una vida mejor.
Me quedo con mis zarandajas, esas que me permiten levantarme cada día con el ánimo de conseguir la sonrisa de mi madre o la felicidad de un amigo que necesita de mis pequeñas e insípidas labores pero que llenan de satisfacción la vida de todos.

miércoles, 12 de junio de 2013

EDECANES



Hay conceptos que llegan a ser evidentes hasta el punto de que su conocimiento es implícito y no por ello asumido.
Hoy, hablando con mi maestro, como siempre, me ha descolocado con su habitual ironía, por ello, sabedor de mi desventaja, me ha sugerido que lo menos que podría hacer era en convertirme en un edecán de alguien reconocido en la política actual, para alcanzar el favor del poder.
Ese concepto culto del servilismo me ha llevado a la actualidad que nos ha tocado vivir. Si observamos la situación, la proporción entre los serviles y los dispuestos a que les sirvan poco a poco se ha equilibrado hasta el punto de que las prebendas que quedan para repartir son las menos y las manos que se alzan a solicitarlas las que más. 

Busco entre el cúmulo de referentes que llenan la prensa diaria y me abruma la gran cantidad de ejemplos que puedo elegir.
Para no hacerlo tan dramático tomo el referente de uno de los pocos programas que pueden verse en este país con sentido: El Intermedio. Este magnífico magazine televisivo presentado por el Gran Wyoming, hace casi diariamente un alarde de la combinación de humor, sarcasmo y buen hacer con el fin de poder contar la actualidad insulsa de la manera más divertida posible. Gracias a sus sátiras nos hace más llevaderos estos amargos días del gobierno reaccionario que nos desgobierna. En la edición de ayer, 11 de junio de 2013, entre otras cosas, el director del programa, comentó la información que la prensa Infolibre publicaba sobre las comisiones, sobresueldos o conceptos de complementos como a los que ostentan el poder en este país les gusta denominar. Entre bromas realizaron un repaso al listado de los 100, sí, cien miembros del partido popular, que cobran sobresueldos por sus “desconocidas” labores de representación dentro de la maquinaria del partido. Nadie sabe de dónde proceden esos fondos misteriosos pero sí que se sabe que todos quieren ser edecanes del líder, del sublíder o de quien sea, con tal de conseguir el favor o el preciado escalafón que les aúpe a la categoría de meritorio de la propina o dádiva de la maquinaria del poder.