sábado, 12 de diciembre de 2020

DOBLE JUEGO


La acción transcurre en un bar. Es un local lleno de mesas y con mucha gente. Al fondo hay una barra con dos camareros que sirven y reparten copas y tazas de café continuamente. Hay mucho humo en el local porque los clientes fuman constantemente. Hablan casi todos a la vez. Sanchis y Baixterra están sentado en una de las mesas. Sanchis es un hombre de unos cuarenta años. Viste traje de chaqueta muy gastado por el uso. Baixterra debe de estar por la treintena. Viste un traje de chaqueta raído. Sus zapatos están muy desgastados. Sobre la mesa tienen muchas cuartillas esparcidas junto a dos tazas de café.

Sanchis

¿Cómo has podido hacer una cosa así?

Baixterra

No tuve otra opción.

Sanchis

¡Eres un irresponsable!

Baixterra

No, no, te equivocas.

Sanchis

No lo niegues. ¿Has actuado por tu cuenta?

Baixterra

(Toma un papel que hay sobre la mesa y lo hace a tiras) En cierta manera sí.

Sanchis

¿Cómo que en cierta manera?

Baixterra

Tú lo desconoces todo. No sabes lo que es vivir con el miedo a cuestas.

Sanchis

¿Pero lo has comunicado al resto de compañeros del sindicato?

Baixterra

Estar en la ruina total te hace tomar algunas decisiones que, hasta entonces, ni habías imaginado.

Sanchis

¿Lo sabe Zacarías?

Baixterra

Es muy sencillo ser valiente cuando tienes una cama y un plato de comida aseguraos cada día, pero cuando te encuentras en medio de la nada ¿qué crees que es lo que te ves obligado a hacer? Pues, claro… ante la presión, uno hace lo que sea con tal de seguir vivo.

Sanchis

Déjate de escusas. Tienes que hablar con Zacarías o con cualquiera del sindicato para resolver el grave problema que nos has creado.

Baixterra

Me miro al espejo cada día de vuestras caras y sólo veo a un pobre desgraciado al que mantenéis por lástima y porque os llamáis solidarios. Sí, sí, ya sé que no está nada bien lo que he hecho, pero, tampoco quiero justificarme con lo que digo, aunque, compréndelo, es lo único que podía hacer para salvarme. Sí, salvarme. Eso es lo que he hecho.

Sanchis

¿Pero comprendes la gravedad de la situación? Con tu proceder nos has hundido a todos.

Baixterra

No, no es para tanto. Estoy seguro de que si lo explico con calma todos me entenderán. Si yo fuese un traidor, ahora mismo, me encontraría bien lejos de aquí para evitar vuestra represalia, ¿no crees?

Sanchis

Has actuado sólo pensando en ti y en nadie más.

Baixterra

¿Cómo te atreves a juzgarme?

Sanchis

Yo no te juzgo. Eres tú el que ha provocado toda esta situación.

Baixterra

Me parece increíble que me reproches nada. No sabes nada de mí. Ni te has molestado en conocer cuál es mi situación. Estas juzgándome sin saber los motivos que he tenido para hacer una cosa así.

Sanchis

Todos venimos del mismo sitio.

Baixterra

¡Qué sabes tú de dónde procedo! Mi vida siempre ha sido un infierno. Nunca he tenido ni un minuto de felicidad ni desde el primer momento en el que abrí los ojos a este mundo. Me he partido la cara para poder sobrevivir y llegar hasta donde he llegado. Nunca he conocido a mi padre y mi madre. Me vendieron al mejor postor en cuanto pudieron deshacerse de mí. Me crie en medio de una pocilga y sólo logré salir de ella gracias a la ayuda y simpatía que desperté en uno de los hijos del amo que me tomó como criado. Yo hacía todo aquello que a él no le apetecía. Iba a los lugares que él despreciaba y que, sin embargo, yo añoraba. Puede aprender a leer y escribir porque el amo odiaba madrugar para ir a las clases de su maestro. Y así, poco a poco, con aquello que el rico desperdiciaba, adquirí los conocimientos que nunca habría conseguido por mi condición de desheredado de la tierra. Recogí todo aquello que el rico haragán tiraba y lo convertí en algo mío, algo útil sólo para mí con el fin de así poder salir de la condena de la miseria. Aunque no te lo parezca, no me resultó sencillo. Tuve que estafar y robar hasta conseguir el título que me avala y que sin él nunca me habrías admitido en vuestro sindicato. Permanecí de criado de aquel rico haragán hasta conseguir todo lo que necesitaba; un día decidí abandonar a mi amo, pero para ello tracé una pequeña venganza. Tenía que devolverle todo el dolor que, en más de una ocasión, me había causado sin ningún motivo. Una noche, cuando estaba dispuesto a reunirse con sus amigos de juergas, le preparé una pequeña emboscada para que lo detuviesen y lo enviarán a la cárcel. Sabía que no tardaría mucho en salir, porque llamaría a su padre, el gran prócer de la jurisprudencia de la ciudad, lo que no imaginaba era que las cosas no saliesen como las había planeado, sino que se complicarán tanto y el asustadizo señorito, terminase muerto por uno de los delincuentes que había en los calabozos.

Sanchis

¿Te refieres al asunto del hijo de los duques?

Baixterra

Sí. Nunca olvidaré aquella noche. Me había refugiado en los alrededores de la cárcel. Quería ver su rostro cuando saliese. Quería ver su expresión de miedo y asco por haber tenido que pasar una noche entre los peores tipos de la ciudad, sin embargo, cuando vi el revuelo que, en pocos segundos, se formó, comprendí que mi plan no había salido cómo lo había imaginado. Me impresionó el rostro de su padre, blanco como la cera, acompañando a uno de los policías de la comisaría. Me enteré de que se habían dado todas las premisas para un desastre y yo las había propiciado. Lo primero que pensé fue en huir, pero sabía que no me serviría de nada el hacerlo, su padre era muy poderoso y me encontraría con toda facilidad. No, no podía ni quería huir. Debía hacer frente a la situación. Salí de la penumbra y caminé hasta donde se encontraba el duque. Al verme no se extrañó, pero tampoco pensó que yo tuviese algo que ver con la desgracia de su linaje.

Sanchis

Te regodeaste con su dolor.

Baixterra

¡Te equivocas! Yo no soy una mala persona. Ni guardo rencor a nadie por ser más rico que yo lo pueda ser nunca.

Sanchis

No sólo eres un cínico, sino que también eres un gran embustero. Nos has engañado a todos. Llegaste al sindicato haciéndonos creer que te importaba la solidaridad con los desfavorecidos, pero, en realidad, lo único que hacías era jugar a un doble juego. No te importa nada que no concierna a tus intereses. He sido un estúpido al confiar en ti y creerme toda tu palabrería, porque, de eso andas bien servido. Las clases que el desgraciado de tu amo no tomó, bien que las aprovechaste tú. Con tu apostura de persona cortés y sensata has sabido engañarnos y hacernos creer tienes grandes ideales, aunque lo único que te mueve es el ansia de ganar dinero y poder. Tu única aspiración siempre ha sido la misma y es la de conseguir el estatus quo que no tenías por circunstancias de la vida.

Baixterra

¿Qué hay de malo en procurar salir del fango al que la vida me había condenado?

Sanchis

Nada, salvo si para lograrlo hundes a otro en él de forma que llegue a perder su vida.

Baixterra

Yo no tengo nada que ver con lo sucedido.

Sanchis

Por supuesto que eres culpable.

Baixterra

¿Vuelves a acusarme?

Sanchis

No soy juez, pero los hechos te delatan.

Baixterra

Tú, el que presume de una moral intachable y que no dudó en abandonar a sus propios hijos por sus ideales.

Sanchis

¡Qué! ¿Cómo te atreves a decirme eso?

Baixterra

Duele la verdad cuando tienes que asumirla.

Sanchis

Eres un infame.

Baixterra

No hay tanta diferencia entre tú y yo. Tú has barnizado tu vida de una apariencia agradable, pero estás igual de podrido que yo.

Sanchis

No, no vas a conseguir involucrarme en tus tejemanejes.

Baixterra

No hace falta. Ya lo has hecho tú mismo.

Sanchis

¿Cómo? ¿Qué es lo que quieres decir?

Toma a Baixterra por las solapas de la chaqueta. El barullo que hay a su alrededor se para. Se hace el silencio. Todas las miradas se posan en ellos dos. Baixterra le toma las manos. Ambos se levantan de la mesa. Se aguantan la mirada.

Baixterra

No te hagas el inocente. ¿Recuerdas aquella carta que escribiste?

Sanchis

¿De qué me hablas?

Baixterra

Sabes perfectamente de qué te estoy hablando.

Sanchis

(Vuelve a tirar de la chaqueta de Baixterra.) ¿Dónde la tienes? Dámela.

Baixterra

(Tira de sus manos para que lo suelte. Se alisa las solapas arrugadas.) No te alteres. La tengo muy bien guardada. Esas cosas las protejo porque sé que, de alguna manera, ellas también me protegen.

Sanchis

No serías capaz de…

Baixterra

Ten por seguro que sí lo haría llegado el momento. (Sanchis Levanta un puño de manera amenazadora.) ¿Vas a pegarme, tú, Sanchis Gálvez, el secretario general del sindicato la Confianza? (Mueve un dedo negando) No, no, no, eso no es un buen ejemplo para tus colegas, tus camaradas, tus hermanos en el espíritu de la no acción de la paz.

Baixterra se separa de la mesa y de Sanchis. Habla al público.

Baixterra

Todos han sido testigos de lo que ha ocurrido. Sanchis Gálvez, el que presume de su talante de buena persona, termina de mostrar su verdadero rostro violento al querer golpear a una persona indefensa.

Sanchis de aleja de Baixterra. Mira a todos los que se encuentran en el local y con la cabeza baja sale.

Baixterra

¿Habéis visto? No ha hecho ninguna falta mostrar el documento que le he nombrado. Lleva la culpa escrita en el rostro. Yo, Tino Baixterra he sido capaz de desenmascararle con una sola frase. ¿Quién es el cínico tú o yo?

Baixterra se vuelve para mirar, con la cabeza alta, a todos los que están en escena. Ríe. Se arregla el nudo de la corbata. Se coloca la chaqueta en el sitio e inicia su retirada hacia uno de los laterales del escenario cuando se escucha un disparo. Se lleva la mano al pecho. La muestra llena de sangre. Se encoge y cae.

Oscuro.