miércoles, 31 de octubre de 2012

LA VÍSPERA DE TODOS LOS SANTOS

Don Juan Tenorio, en la Residencia de Estudiantes. Madrid, 1 de noviembre de 1920.
Una función memorable con un don Juan interpretado por Buñuel y con Federico García Lorca entre el elenco. Lástima que de esa representación sólo quede esta fotografía lejana pero expresiva.

Resulta curioso que un país tan fiel a sus tradiciones como es España haya perdido la costumbre de  representar, en estas fechas, el clásico de Don Juan Tenorio.
Enrique Diosdado
De lo que sí se puede disfrutar es de las versiones que se han conservado filmadas, una muestra muy interesante es esta donde los decorados son de Salvador Dalí y el papel protagonistas es de Enrique Diosdado

Y no entro en más versiones porque la lista sería tan larga e interminable que seguramente me dejaría a más de uno por nombrar.
Sólo sugiero que nuestros escenarios recuperen esa sana costumbre de representar la obra de Zorrilla que, si bien esta llena de ripios, no deja de ser una de las más populares y no es una fiesta impuesta como Halloween.

martes, 30 de octubre de 2012

SOBRE LA INTOLERANCIA



EL PODER DE LA PALABRA Y / O LA INTOLERANCIA
Muchas veces me pregunto si mis palabras van a algún sitio.
Me gusta hablar y opinar y disfruto de poder expresar mis opiniones en libertad. Siempre y en la medida de lo posible, intento no ofender a nadie cuando expreso mi opinión. Quizá mi actitud sea la de pecar de ingenua, o de optimista por naturaleza. Cuando alguien opina de cualquier tema y lo hace público, tiene que ser consciente de que puede ser rebatido por cualquiera de sus términos expuestos.  Bajo mi punto de vista, las críticas, en la medida de la corrección y la educación, siempre son constructivas y a veces se deben aceptar. Sin embargo cuando ese punto de discrepancia roza la grosería, el tono soez sube de tono y sólo se intenta molestar a quien ha emitido su opinión, todo cambia.
Me imagino que más de uno habéis participado en alguno de los foros abiertos que tan en moda se encuentran hoy en día. La opinión y comentarios pueden ser de todos los talantes pero quizá los que más destacan son aquellos que intentan descalificar al orador.
Hoy he recibido unos comentarios soeces sobre mi perfil en una de las más populares redes sociales. Me ha disgustado. Mi reacción inmediata ha sido la de no contestarle y bloquear al bravucón, pero así me ha quedado el regusto amargo de tener que actuar como censora sobre alguien al que le había dado la oportunidad de intercambiar impresiones sobre temas de toda índole.
Un buen amigo me ha comentado: “No te preocupes esto es igual que si invitas a alguien a tu casa a comer o cenar y resulta que tira la comida por el suelo, rompe tus muebles y te destroza la casa, la solución es echarlo de tu casa y punto”
Es un buen ejemplo, pero ¿hasta qué punto yo he actuado igual que el intolerante que me ha dedicado varios exabruptos?
La fotografía con la que he acompañado esta entrada del blog es la de la película El ladrón de Bagdad de 1924 dirigida por Raoul Walsh y protagonizada por el magnífico Douglas Fairbanks. Este cuento lleno de magia, habla de situaciones arbitrarias y de momentos límites.
En definitiva, uno consigue su libertad convirtiendo al otro en esclavo.

domingo, 28 de octubre de 2012

PLAZA MAYOR



Cuando era pequeña y estudiaba en la escuela pública, la maestra que me enseñó a leer, nos leyó un fragmento de una obra de Miguel de Unamuno. No se que libro era, sólo sé que me impresionaron aquellas palabras hasta no poderlas olvidar nunca. Unamuno hablaba del orgullo que tenía de ser de pueblo. De lo feliz que se sentía cuando hablaba de que en su pueblo los hombres usaban pantalones de pana, o que en su pueblo, las tareas del campo se hacían de una manera u otra. Creo recordar que el personaje que Unamuno había creado, vivía en una gran ciudad y usaba esas palabras para reafirmar sus raíces pueblerinas con pasión de tener un pasado.
No creo que esa lectura se haga en las escuelas actuales. Mi memoria infantil no captó que si se había incluido en el plan de estudios del momento era debido a que se quería fomentar el espíritu nacional de la educación franquista. No obstante, la idea de que algo bueno tienen los pueblos, que todos los que vivíamos en un pueblo y si este rural, teníamos un pasado que no debía ser escondido, esa idea caló en mí.
Puede que este recuerdo infantil no tenga mucho que ver con la situación actual que estamos viviendo en nuestro país o sí. Nada es gratuito. Ese fragmento me lleva a engarzar la situación de desprotección que España esta viviendo ante un gobierno que teme sacar sus raíces y se deja amedrentar por el poder que muestran desde los países del norte. Nadie tiene la verdad absoluta. Nadie puede creer que todo lo que tiene a su alrededor es perfecto e idílico, pero tampoco puede pensar que todo lo que venga de fuera es mejor. Que todo lo que nos impongan desde otras culturas, otras sociedades, con otras raíces, puede ser mejor que lo que tenemos. Quizá mi idea de una España que se mira hacia sí misma y no hacia los que critican desde fuera no es moderna. Quizá mi postura de reivindicar la cultura del pueblo no sea la más acertada pero no por ello voy a dejar de pedir que se haga una reflexión comunitaria sobre lo que esta ocurriendo en nuestro país.
No podemos soportar por más tiempo ver a la gente en colas de caridad pidiendo un plato caliente porque no tiene ni dinero para pagárselo. No podemos consentir que los bancos echen a la calle a las personas que no pueden afrontar las deudas. No podemos admitir que los niños no puedan tener una educación pública, digna y gratuita donde poder aprender a convivir en nuestra sociedad. Es inadmisible que se destruya la sanidad pública y se eliminen los medios que esa sociedad del bienestar que tanto nos ha costado a todos los españoles.
Y así estaría nombrando uno a uno todos los desmanes que, en menos de diez meses este gobierno esta aplicando a nuestro país. Sí, ese país de pequeños pueblos, o de grandes ciudades, según como se quiera ver y considerar.
Necesitamos reaccionar ante esa agresión directa y continuada que nos lanzan tanto desde dentro, como desde fuera de nuestra sociedad. No tengo la solución que lo resuelva todo, pero tampoco pienso quedarme quieta y callada esperando que toquemos fondo hacia un futuro incierto.
Debemos activar nuestros propios recursos. Hay que buscar en el fondo de nuestro patrimonio social y moral para poder salir de ésta y creo que la clave se encuentra en el retorno a nuestros orígenes. Yo soy de pueblo. Me siento orgullosa de serlo y por eso creo que la solución esta en ver y reconocer nuestra historia. Estoy segura que mirar hacia atrás, hacia nuestra propia cultura, forjada con el paso del tiempo, nos puede llevar a solucionar más de un problema. En la plaza mayor de cada pueblo se reunían todos. Allí se llegaba al debate y a la búsqueda de la solución de todo. Yo pido esa vuelta a la plaza, a ese punto de encuentro entre ricos y pobres que puedan solucionar lo que nos pasa y la plaza mayor de la democracia es el parlamento. Lo necesitamos.

jueves, 25 de octubre de 2012

¿APLAUSOS? Y MURMULLOS DE APROBACIÓN









Y terminó la votación con la aprobación de los presupuestos debido a la mayoría absoluta del partido conservador. Y, a continuación, el consabido aplauso general de la bancada del partido mayoritario pero, yo me pregunto: ¿por qué aplauden?
 ¿Aplauden  a un  presupuesto que nos va a hundir más en la miseria de la precariedad? ¿Aplauden a un presupuesto que, hasta el que no sabe economía, intuye que esconde partidas para cuadrar? ¿Aplauden a su ministro? A ese  ministro que no ha sabido responder a la pregunta más sencilla que se le formuló por todos los partidos de la oposición.
Sus señorías se levantan y con amplias sonrisas y sonoras exclamaciones aplauden al ministro que contiene el aliento y soporta las palmadas de sus compañeros. -¡Enhorabuena, lo has conseguido!
No sé si le interesa mi punto de vista de ciudadana afectada por esos presupuestos pero así se lo digo: Sí, señor ministro Montoro, lo ha conseguido. Nos ha puesto a todos de acuerdo en algo y es en mostrar nuestro rechazo.
¿Era tan difícil decir la verdad?
Aplausos y murmullos de aprobación.