La
acción transcurre en un bar. Es un local lleno de mesas y con mucha gente. Al
fondo hay una barra con dos camareros que sirven y reparten copas y tazas de
café continuamente. Hay mucho humo en el local porque los clientes fuman
constantemente. Hablan casi todos a la vez. Sanchis y Baixterra están sentado
en una de las mesas. Sanchis es un hombre de unos cuarenta años. Viste traje de
chaqueta muy gastado por el uso. Baixterra debe de estar por la treintena.
Viste un traje de chaqueta raído. Sus zapatos están muy desgastados. Sobre la
mesa tienen muchas cuartillas esparcidas junto a dos tazas de café.
Sanchis
¿Cómo has podido hacer una cosa así?
Baixterra
No tuve otra opción.
Sanchis
¡Eres un irresponsable!
Baixterra
No, no, te equivocas.
Sanchis
No lo niegues. ¿Has actuado por tu cuenta?
Baixterra
(Toma
un papel que hay sobre la mesa y lo hace a tiras)
En cierta manera sí.
Sanchis
¿Cómo que en cierta manera?
Baixterra
Tú lo desconoces todo. No sabes lo que es
vivir con el miedo a cuestas.
Sanchis
¿Pero lo has comunicado al resto de
compañeros del sindicato?
Baixterra
Estar en la ruina total te hace tomar
algunas decisiones que, hasta entonces, ni habías imaginado.
Sanchis
¿Lo sabe Zacarías?
Baixterra
Es muy sencillo ser valiente cuando tienes
una cama y un plato de comida aseguraos cada día, pero cuando te encuentras en
medio de la nada ¿qué crees que es lo que te ves obligado a hacer? Pues, claro…
ante la presión, uno hace lo que sea con tal de seguir vivo.
Sanchis
Déjate de escusas. Tienes que hablar con
Zacarías o con cualquiera del sindicato para resolver el grave problema que nos
has creado.
Baixterra
Me miro al espejo cada día de vuestras
caras y sólo veo a un pobre desgraciado al que mantenéis por lástima y porque
os llamáis solidarios. Sí, sí, ya sé que no está nada bien lo que he hecho,
pero, tampoco quiero justificarme con lo que digo, aunque, compréndelo, es lo
único que podía hacer para salvarme. Sí, salvarme. Eso es lo que he hecho.
Sanchis
¿Pero comprendes la gravedad de la
situación? Con tu proceder nos has hundido a todos.
Baixterra
No, no es para tanto. Estoy seguro de que
si lo explico con calma todos me entenderán. Si yo fuese un traidor, ahora
mismo, me encontraría bien lejos de aquí para evitar vuestra represalia, ¿no
crees?
Sanchis
Has actuado sólo pensando en ti y en nadie
más.
Baixterra
¿Cómo te atreves a juzgarme?
Sanchis
Yo no te juzgo. Eres tú el que ha
provocado toda esta situación.
Baixterra
Me parece increíble que me reproches nada.
No sabes nada de mí. Ni te has molestado en conocer cuál es mi situación. Estas
juzgándome sin saber los motivos que he tenido para hacer una cosa así.
Sanchis
Todos venimos del mismo sitio.
Baixterra
¡Qué sabes tú de dónde procedo! Mi vida
siempre ha sido un infierno. Nunca he tenido ni un minuto de felicidad ni desde
el primer momento en el que abrí los ojos a este mundo. Me he partido la cara
para poder sobrevivir y llegar hasta donde he llegado. Nunca he conocido a mi
padre y mi madre. Me vendieron al mejor postor en cuanto pudieron deshacerse de
mí. Me crie en medio de una pocilga y sólo logré salir de ella gracias a la
ayuda y simpatía que desperté en uno de los hijos del amo que me tomó como
criado. Yo hacía todo aquello que a él no le apetecía. Iba a los lugares que él
despreciaba y que, sin embargo, yo añoraba. Puede aprender a leer y escribir
porque el amo odiaba madrugar para ir a las clases de su maestro. Y así, poco a
poco, con aquello que el rico desperdiciaba, adquirí los conocimientos que
nunca habría conseguido por mi condición de desheredado de la tierra. Recogí
todo aquello que el rico haragán tiraba y lo convertí en algo mío, algo útil
sólo para mí con el fin de así poder salir de la condena de la miseria. Aunque
no te lo parezca, no me resultó sencillo. Tuve que estafar y robar hasta
conseguir el título que me avala y que sin él nunca me habrías admitido en
vuestro sindicato. Permanecí de criado de aquel rico haragán hasta conseguir
todo lo que necesitaba; un día decidí abandonar a mi amo, pero para ello tracé
una pequeña venganza. Tenía que devolverle todo el dolor que, en más de una
ocasión, me había causado sin ningún motivo. Una noche, cuando estaba dispuesto
a reunirse con sus amigos de juergas, le preparé una pequeña emboscada para que
lo detuviesen y lo enviarán a la cárcel. Sabía que no tardaría mucho en salir,
porque llamaría a su padre, el gran prócer de la jurisprudencia de la ciudad,
lo que no imaginaba era que las cosas no saliesen como las había planeado, sino
que se complicarán tanto y el asustadizo señorito, terminase muerto por uno de
los delincuentes que había en los calabozos.
Sanchis
¿Te refieres al asunto del hijo de los
duques?
Baixterra
Sí. Nunca olvidaré aquella noche. Me había
refugiado en los alrededores de la cárcel. Quería ver su rostro cuando saliese.
Quería ver su expresión de miedo y asco por haber tenido que pasar una noche
entre los peores tipos de la ciudad, sin embargo, cuando vi el revuelo que, en
pocos segundos, se formó, comprendí que mi plan no había salido cómo lo había
imaginado. Me impresionó el rostro de su padre, blanco como la cera, acompañando
a uno de los policías de la comisaría. Me enteré de que se habían dado todas
las premisas para un desastre y yo las había propiciado. Lo primero que pensé
fue en huir, pero sabía que no me serviría de nada el hacerlo, su padre era muy
poderoso y me encontraría con toda facilidad. No, no podía ni quería huir.
Debía hacer frente a la situación. Salí de la penumbra y caminé hasta donde se
encontraba el duque. Al verme no se extrañó, pero tampoco pensó que yo tuviese
algo que ver con la desgracia de su linaje.
Sanchis
Te regodeaste con su dolor.
Baixterra
¡Te equivocas! Yo no soy una mala persona.
Ni guardo rencor a nadie por ser más rico que yo lo pueda ser nunca.
Sanchis
No sólo eres un cínico, sino que también
eres un gran embustero. Nos has engañado a todos. Llegaste al sindicato
haciéndonos creer que te importaba la solidaridad con los desfavorecidos, pero,
en realidad, lo único que hacías era jugar a un doble juego. No te importa nada
que no concierna a tus intereses. He sido un estúpido al confiar en ti y creerme
toda tu palabrería, porque, de eso andas bien servido. Las clases que el
desgraciado de tu amo no tomó, bien que las aprovechaste tú. Con tu apostura de
persona cortés y sensata has sabido engañarnos y hacernos creer tienes grandes
ideales, aunque lo único que te mueve es el ansia de ganar dinero y poder. Tu
única aspiración siempre ha sido la misma y es la de conseguir el estatus quo
que no tenías por circunstancias de la vida.
Baixterra
¿Qué hay de malo en procurar salir del
fango al que la vida me había condenado?
Sanchis
Nada, salvo si para lograrlo hundes a otro
en él de forma que llegue a perder su vida.
Baixterra
Yo no tengo nada que ver con lo sucedido.
Sanchis
Por supuesto que eres culpable.
Baixterra
¿Vuelves a acusarme?
Sanchis
No soy juez, pero los hechos te delatan.
Baixterra
Tú, el que presume de una moral intachable
y que no dudó en abandonar a sus propios hijos por sus ideales.
Sanchis
¡Qué! ¿Cómo te atreves a decirme eso?
Baixterra
Duele la verdad cuando tienes que
asumirla.
Sanchis
Eres un infame.
Baixterra
No hay tanta diferencia entre tú y yo. Tú
has barnizado tu vida de una apariencia agradable, pero estás igual de podrido
que yo.
Sanchis
No, no vas a conseguir involucrarme en tus
tejemanejes.
Baixterra
No hace falta. Ya lo has hecho tú mismo.
Sanchis
¿Cómo? ¿Qué es lo que quieres decir?
Toma
a Baixterra por las solapas de la chaqueta. El barullo que hay a su alrededor
se para. Se hace el silencio. Todas las miradas se posan en ellos dos.
Baixterra le toma las manos. Ambos se levantan de la mesa. Se aguantan la
mirada.
Baixterra
No te hagas el inocente. ¿Recuerdas
aquella carta que escribiste?
Sanchis
¿De qué me hablas?
Baixterra
Sabes perfectamente de qué te estoy
hablando.
Sanchis
(Vuelve
a tirar de la chaqueta de Baixterra.) ¿Dónde la tienes?
Dámela.
Baixterra
(Tira
de sus manos para que lo suelte. Se alisa las solapas arrugadas.)
No te alteres. La tengo muy bien guardada. Esas cosas las protejo porque sé
que, de alguna manera, ellas también me protegen.
Sanchis
No serías capaz de…
Baixterra
Ten por seguro que sí lo haría llegado el
momento. (Sanchis Levanta un puño de
manera amenazadora.) ¿Vas a pegarme, tú, Sanchis Gálvez, el secretario
general del sindicato la Confianza? (Mueve
un dedo negando) No, no, no, eso no es un buen ejemplo para tus colegas,
tus camaradas, tus hermanos en el espíritu de la no acción de la paz.
Baixterra
se separa de la mesa y de Sanchis. Habla al público.
Baixterra
Todos han sido testigos de lo que ha
ocurrido. Sanchis Gálvez, el que presume de su talante de buena persona, termina
de mostrar su verdadero rostro violento al querer golpear a una persona
indefensa.
Sanchis
de aleja de Baixterra. Mira a todos los que se encuentran en el local y con la
cabeza baja sale.
Baixterra
¿Habéis visto? No ha hecho ninguna falta
mostrar el documento que le he nombrado. Lleva la culpa escrita en el rostro.
Yo, Tino Baixterra he sido capaz de desenmascararle con una sola frase. ¿Quién
es el cínico tú o yo?
Baixterra
se vuelve para mirar, con la cabeza alta, a todos los que están en escena. Ríe.
Se arregla el nudo de la corbata. Se coloca la chaqueta en el sitio e inicia su
retirada hacia uno de los laterales del escenario cuando se escucha un disparo.
Se lleva la mano al pecho. La muestra llena de sangre. Se encoge y cae.
Oscuro.
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