Ayer, fue un día histórico y funesto en el parlamento español, pues pudimos ver
el espectáculo bochornoso de las diputadas del Partido Popular Español aplaudir
y aclamar al Ministro de Justicia, como si de un flamante matador de toros se
tratase. Eran
"Manolas" que le aclamaban
y suspiraban por sus leyes insulsas y obsoletas que nos retrotraen a más de
treinta años de nuestro pasado más próximo.
Ruiz Gallardón, cuando regresaba a su escaño, con la cabeza cabizbaja,
después de haber cumplido la suerte de matar las libertades de la mujer del
siglo XXI, no miró al tendido desde donde se le vitoreaba.

Aplausos y murmullos de aprobación,
se entremezclaban entre las viejas consignas rescatadas por las tímidas voces
de la oposición. Me pregunto cuáles serán las próximas libertades que nos
cercenarán como si de una vena capital de nuestro cuerpo se tratase. La sangría
es rápida y abundante hasta el punto de expulsarnos de nuestras propias vidas y
dejarnos a merced de legisladores que trabajan al dictado de las mitras
purpúreas anquilosadas en sus poltronas.

Mientras, la oposición desunida y desconcertada, salva una situación que no
dejan de repetirnos, para conseguir nuestro conformismo, como transitoria; no
obstante, nuestra corta experiencia democrática creo que nos inclina a pensar
que lleva camino de convertirse en un pensamiento único y duradero por los
siglos de los siglos.
Me pregunto si mujeres, como Clara Campoamor, que tanto luchó por las
libertades de la mujer española desde su escaño, reconocería a sus colegas de
bancada y la situación política actual para la mujer española. Con este panorama pienso que es un rápido regreso a la mujer como Dios manda, la mujer de mantilla y misal, recogida en sus obligaciones domésticas bajo la tutela masculina que la controle.
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