Ruiz Gallardón, cuando regresaba a su escaño, con la cabeza cabizbaja, después de haber cumplido la suerte de matar las libertades de la mujer del siglo XXI, no miró al tendido desde donde se le vitoreaba.
Mientras, la oposición desunida y desconcertada, salva una situación que no
dejan de repetirnos, para conseguir nuestro conformismo, como transitoria; no
obstante, nuestra corta experiencia democrática creo que nos inclina a pensar
que lleva camino de convertirse en un pensamiento único y duradero por los
siglos de los siglos.Me pregunto si mujeres, como Clara Campoamor, que tanto luchó por las libertades de la mujer española desde su escaño, reconocería a sus colegas de bancada y la situación política actual para la mujer española. Con este panorama pienso que es un rápido regreso a la mujer como Dios manda, la mujer de mantilla y misal, recogida en sus obligaciones domésticas bajo la tutela masculina que la controle.
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