miércoles, 10 de abril de 2013

EL PARAÍSO PROMETIDO



Virgen del Carmen y las almas del Purgatorio

Cuando era pequeña había algo, en la habitación de mi abuela, que me daba espanto. Se trataba de un cuadro donde se representaba a la virgen del Carmen.
Junto a la figura central de la virgen se distribuían las almas del purgatorio que clamaban ser salvadas del fuego eterno. El cuadro, que contenía varios momentos de la  intercepción de la virgen, se distinguía por el hecho de que algunas de las almas condenadas, eran rescatadas por los ángeles.
Esa representación, tan efectista, y que me causaba miedo, más si cabe, a los ojos de una niña impresionable como yo, me hacía preguntarme: ¿Por qué deben arder en el fuego eterno?
Han pasado muchos años y he comprendido que ese cuadro no era tan terrorífico como a mí me parecía. He llegado a la conclusión de que la verdadera intención del autor era mantenernos conformados. Sí, puede sonar extraño pero ante el discurrir de los acontecimientos que vivimos, debe uno conformarse con la esperanza de pensar que existe el infierno y que algunos irán a él. Para los no creyentes les puede sonar hasta ridículo y casi a chascarrillo pero si les digo que ante las injusticias sólo te queda el consuelo de saber que  el infierno terminará aquello que nunca tuvo lugar en la tierra, espero que se comprenda lo que intento razonar.
Estos días convulsos llenos de problemas económicos donde el refrán de “donde no hay harina todo es mohína” se hace patente, vemos como el dinero se pierde entre los entresijos de tramas corruptas y la lentitud de la justicia (terrenal, claro está) de algunos de los que deben practicarla,  provoca que aumenten las injusticias sociales.

Ayer se hizo pública la ratificación de la sentencia absolutoria del famoso juicio de los trajes. Lo primero que sentí, como valenciana que soy, fue vergüenza. No puedo entender ni una primera ni una segunda sentencia ratificadora de no culpabilidad ante una situación tan denigrante. No puedo entenderlo después de ver y oír algunas de las cosas que se escucharon y se vieron en ese juicio. No puedo comprender como se puede absolver a dos personas cuandoanteriormente, otras dos se declararon culpables para evitar el escarnio del juicio. ¿Son unos culpables y los otros dos no culpables?

A mi memoria ha regresado el cuadro de la habitación de mi abuela y alguna de las cosas que me contaban de niña. 

“No te preocupes porque la justicia divina les aguarda”

¿Qué justicia?
Podemos verlo desde dos grandes ópticas cristianas de esta Europa que nos ha tocado vivir y son dos las grandes opciones existentes, por un lado, si el condenado es luterano, conseguirá el perdón, puesto que su futuro, después de la muerte, se calibra según los tesoros terrenales que ha ganado en esta vida y por ello, el más rico se encontrará en disposición de alcanzar el paraíso frente al miserable.
Por el contrario, si el condenado es católico, aún lo tiene más fácil, puesto que si se arrepiente, aunque sea en el último instante, será rescatado del fuego eterno del infierno y conducido al paraíso por su arrepentimiento.
No sé qué pensar. Visto lo visto, y con el devenir de los tiempos, posiblemente, la que arda en el infierno sea yo por haber creído, alguna vez, que la justicia existía.

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