jueves, 18 de abril de 2013

POR LOS AIRES





Comenzó la primavera. ¿Qué primavera? se preguntan algunos. Por si la habéis olvidado os refresco un poco la memoria. La primavera es ese hermoso tiempo donde la naturaleza decide despertar y regalarnos sus mejores galas. Es ese tiempo en el que vivimos la explosión de la alegría de los pájaros que gorjean en cualquier rama.
Golondrina
Todo sería tan bonito si durase bajo esa capa idílica. A pesar de toda esa belleza, nos despierta la cotidianeidad. No vivimos en un mundo perfecto. Pongo los pies en el suelo y contemplo el momento que nos ha tocado vivir.

Ayer, en el parlamento español, en el control al gobierno que ejercen los grupos políticos de la oposición, nuestro flamante gobierno habló de la próxima recuperación económica prometida y tan deseada por todos. Una señora a la que prefiero ni nombrar y que forma parte del gobierno por casualidad, quiso alegrarnos la mañana con un canto de optimismo. Denominó la emigración de los españoles como una especie movilidad pasajera, propia de la edad juvenil que necesita cambios de ambientes, según ella, propios de una algarabía juvenil y no de una profunda recesión y falta de medios económicos. No dudo de su buena intención pero, hace tiempo que los españoles, con las buenas intenciones ya no comemos. Después de ese destartalado discurso siguieron otros con no menos despropósitos. La dosis de optimismo que intentaron inyectarnos se convirtió en una auténtica purga ¿Qué optimismo? ¿Qué esperanza se puede tener? Toda esa salva de grandiosidades contrasta con la carestía que azota el día a día. Permitid que les conteste a esos políticos que levitan y no conocen la realidad de la calle y lo haré con la expresión que más tiene en la boca mi vecina “ … sandeces y pepinillos en vinagre”,
Pepinillos en vinagre
casualmente el aliño que usa para todo aquello que le amordaza la lengua, siempre escasa en vocabulario.
A pesar de mi predisposición a ser comprensiva y a dar oportunidades a algunos que ya no se las merecen, sigo sin encontrar una respuesta a mis preguntas y decido recurrir a lo que la historia siempre me explica.  
Releo la prensa de 1934. La solución está por los aires, apunta el gobierno del momento cuando ¿los aires? ¿he leído mal? No, perfectamente. El gobierno de finales de 1933 señalaba como la posibilidad de remedio a la carestía que se producía en Sevilla, la construcción de un  aeropuerto, construir una terminal europea para la ciudad. Entre los fragmentos se lee:


"En todos los sectores parlamentarios existe el convencimiento de la necesidad, absolutamente inaplazable, de encauzar y mitigar el pavoroso problema del paro obrero" 
ABC (28 de enero de 1934, edición Sevilla, pág. 47)

Juan de la Cierva y su esposa en el aeropuerto terminal de Sevilla (1934)
 Sigo leyendo y creo que  he dado un salto en el tiempo y la España de construcciones a cualquier precio viene de largo.

"y es deber primordial de nuestros diputados traer a Sevilla un puñado de millones para obras públicas que cuenten con garantías técnicas de viabilidad o rentabilidad futura, y si no puede aplicarse al Terminal de Europa..." ABC (28 de enero de 1934, edición Sevilla, pág. 47)

Concluyo mi lectura y no puedo evitar pensar: El futuro se hinchó hasta desintegrarse. A mi mente ha acudido un  gran dirigible que aterriza en la terminal de cualquier ciudad española. Creo que son los efectos de la primavera. Todo está por los aires.

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