Big Country [Horizontes de grandeza] De William Wyler (1958)
Sólo a un norteamericano se le podía ocurrir este sistema de
instaurar un calendario electoral: el primer martes después de un lunes, que
por supuesto, tenía que ser el primero.
Cuando se observan las campañas electorales norteamericanas desde
el otro lado del océano, sólo podemos ver dos aspectos: despilfarro y
mendacidad.
Despilfarro porque invierten millones y millones de dinero
para convencer a otros millones y millones de personas que viven ignorantes de
la ignominia a la que son sometidos día a día, o bien, si lo saben, hacen como
que no lo perciben.
Mendacidad, quizá este término quede englobado en el
anterior. Sus campañas electorales se encuentran llenas de promesas y de
valores que juran y perjuran defender pero que nunca cumplen.
¡Eh! ¡Esto es América! ¿Acaso no has visto un país tan gran
como este? – preguntaba la solícita novia ricachona a su nuevo capricho, un novio europeo?...
Los norteamericanos siguen aferrados a su concepto de que
son un país tan grande que nadie les puede hacer sombra y ahora, cuando una "supertormenta" les ha dejado el rastro de la amargura, descubren que son
vulnerables.
No, no señores, no tenemos porqué estar pendientes de sus
elecciones como si fuesen las nuestras. Que en su país gobierne un mormón que
intenta esconder que lo es, no nos importa. Que continúe gobernando un político
que prometió ser progresista y terminar con varias de las injusticias sociales, tanto dentro como fuera de su sociedad, y que no ha tenido tiempo durante estos
cuatro años pasados, tampoco nos importa.
No, no crean que estamos tan pendientes de tomar partido por
uno u otro, al fin y al cabo, ambos se distinguen en bien poco.
¿Qué tal dos océanos? contestó el novio marinero y europeo.
Malauradament, el resultat de les eleccions americanes interessa a tot el planeta. És un fàstic, però ès així.
ResponderEliminarPense a Espanya li interessa més el resultat de les properes eleccions alemanyes. Qué trist!
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