sábado, 4 de mayo de 2019

UNA CUESTIÓN DELICADA: EL GRABADO DE BENITA ANGUINET. 04



«Conservar un grabado es algo muy delicado. Se debe de tener en cuenta cuáles son los agentes que pueden afectarle hasta dañarlo, por lo que deben tomarse las precauciones oportunas de protección contra la temperatura, la humedad y la luz, entre otros agentes externos perjudiciales. Si no se toman estas medidas de precaución los daños serían irreparables hasta poder producirle la destrucción. Una buena práctica para resguardar un grabado es la de enmarcarlo y resguardarlo tras un cristal. Y por supuesto, algo muy importante es protegerlo de la luz directa, así como de las fuentes de calor que hagan oscilar la temperatura en su entorno.»
En la cabeza de Marta se agolpaban los principios de conservación. Lo contemplaba como si se tratase de un material propio del archivo histórico donde ella trabajaba. No podía dejar de pensar en cómo mantener aquel valioso grabado libre de cualquier ataque o erosión, sin sopesar los problemas que le acarrearía si alguien se enterara de su misteriosa llegada a su casa y, sobre todo, por el conflicto que había vivido en casa de Norberto. Lo observó durante un buen rato. La figura central era una mujer vestida con ropas propias del siglo XIX. Llevaba un traje muy escotado y sin mangas. En su mano derecha sostenía lo que parecía ser una varita mágica y con la otra mostraba algunos objetos distribuidos a su alrededor. Aquel lugar semejaba ser un salón elegantemente decorado con cortinas y numerosos muebles. Había varias mesillas junto a una mesa mucho más grande con candelabros, velas, copas y frascos. En una de ellas destacaba era una gran campana.  La mujer señalaba a un objeto concreto que era un gran reloj que parecía suspendido en el aire. Por la cantidad de artilugios bien podía tratarse de la actriz que mostraba los objetos con los que interactuaba en sus espectáculos. Marta miró con detenimiento la inscripción que tenía el grabado casi escondida por el marco y que indicaba, en español, «Teatro de prestidigitación Madamoiselle Anguinet.»
Por un instante, tanto la sorpresa, como el estupor y la indignación se adueñaron de Marta. Todo apuntaba a que el paquete contenía el grabado robado de la maga Benita Anguinet. Alguien pretendía implicarle en algo muy serio y peligroso, pero quién podría ser y por qué le había elegido a ella. Lo dejó sobre la mesa. Lo contempló durante unos minutos sin saber muy bien qué hacer con él. Por su cabeza se desgranaban varias opciones, pues, si llamaba a la policía y les decía que lo había encontrado en su casa se vería involucrada en el robo denunciado y si no lo hacía sólo le quedaba la otra opción que era la de tener que avisar al imbécil de Norberto, un personaje que desconfiaba de ella y, lo más probable sería que volviese a meterla en más barullos policiales. Se imaginó la cara que pondría si se lo decía. Seguramente volvería a acusarla de ser la ladrona del grabado.
No podía dejar de darle vueltas a la idea de que alguien había urdido un plan para implicarla y hacer recaer todas las posibles culpas en el robo. Comenzó a sentir tal dolor de cabeza que pensó que le iba a estallar. Tras un ligero mareo decidió dejar las cosas tal como las había encontrado. Se dirigió hacia su habitación para acostarse. Debía descansar durante unas horas para poder pensar con más claridad qué hacer ante esa decisión. Necesitaba guardarlo en un lugar seguro, pero dónde. Temía que si alguien entraba y lo veía pudiese acusarle de ser la autora del robo. Aturdida por todos los pensamientos que se agolpaban en su cabeza, entró en la habitación con el grabado en la mano sin ser consciente de ello. Lo dejó sobre la cama. Algo extraño le impulsaba a no apartar la mirada de él. Por un momento, tuvo la sensación de que el cuadro mostraba una luz propia y ésta le cautivaba de tal forma que casi ni se percató de que comenzaba a escorarse hacia uno de los ángulos de la cama. Antes de que pudiese cogerlo, el grabado cayó ladeado y se introdujo en una de sus zapatillas que asomaban por debajo de la colcha. La mullida pantufla amortiguó un posible daño. Marta lo recogió con rapidez. Lo tanteó para comprobar si se había producido algún desperfecto en el marco, pero, aparentemente, no tenía ningún rasguño. Le dio la vuelta para observar su estado y, entonces, vio que asomaba un papel. Tiró de él y éste salió con gran facilidad. Se trataba de una cuartilla. Por su color amarillento quizás llevaba mucho tiempo oculta dentro del cuadro. Marta leyó la única frase escrita: «Necesito que me ayudes» A continuación, aparecía firmado por B. Anguinet.
Sintió que se le acababa la paciencia, porque, sin duda alguna, todo debía de ser obra de algún gracioso que, por lo visto, pretendía urdir un complot contra ella, pensó que ya se estaba tomando demasiadas molestias para implicarle en lo que ya eran varios delitos. Marta tomó la nota y el grabado y los dejó sobre la mesita de noche junto a su cabecera. Su enfado aumentaba por momentos. Aquello se había convertido en una situación muy desagradable para ella. Se dispuso a acostarse. Apagó la luz de su cuarto y cerró los ojos. Se ladeó para darle la espalda al grabado. Apretó los párpados intentando dormirse, aunque, se encontraba tan excitada que su empeño por lograrlo parecía ser inútil. En su cabeza no dejaba de dar vueltas la situación en la que se había visto implicada y eso todavía le ponía más nerviosa. Dio varias vueltas en la cama hasta que, poco a poco, el sueño le fue venciendo hasta lograr adormilarle cuando, de repente, el sonido de un golpe seco, le sobresaltó. Se incorporó. Encendió la luz. Miró alrededor de la habitación buscando la causa de lo que pudiese haber realizado el estruendo. No encontró nada por lo que pensó que alguien habría lanzado una piedra o un objeto duro contra el cristal de su ventana, pero, aparentemente ésta no tenía ningún cristal roto. Instintivamente volvió la cabeza hacia la mesilla de noche donde hacía un momento que había dejado el grabado de la maga Benita, pero éste ya no estaba allí. Había desaparecido y en su lugar, junto a la nota manuscrita que había descubierto entre el marco y el grabado, se encontraba un naipe. La carta era el As de corazones.

2 comentarios:

  1. Que hermoso y mágico! Soñamos con tus palabras.gracias.dos abrazos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola amigas,
      Muchas gracias por su fidelidad y cariño. El próximo saldrá a finales de semana. Espero que les guste también. Un abrazo.

      Eliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.