domingo, 26 de mayo de 2019

EL DÍA DE AYER A PARTIR DE LAS SIETE DE LA TARDE (La escritura de un diario)



Me siento cansada. Estoy toda la tarde preparando comidas. Lo he hecho instintivamente. Durante muchas horas no he pensado en otra cosa que no fuese cocinar para los demás. En realidad, lo he hecho para ellos. A mí no me gustan esos platos tan elaborados.
Mientras pelaba los tomates imaginaba que ya era verano. A mi memoria regresó el recuerdo del año pasado. Volvíamos a estar juntos. En nuestra casa de la montaña. Por un momento, creí volver a escuchar el sonido del agua de la fuente que hay detrás de la casa. Cerré los ojos. Y lo continuaba escuchando. Los abrí. Se trataba del goteo del agua del grifo de la cocina.
Terminé de pelar el último tomate. Volví a pensar en ti. El color de la pulpa evocó el rojo intenso de la sangre. Tu sangre. La que brotó de la pequeña herida de la yema de tus dedos. Al rozar las hojas del libro. ¿Lo recuerdas?
¡Cómo sangraba! Instintivamente acerqué mis labios a la herida de tu dedo. No cesaba de manar. Cerré los ojos. De pronto, un pequeño crujido del mueble, me hizo regresar al presente. Estaba en la cocina. Me sentía como si hubiese cruzado un espejo. Quise regresar a aquel verano evocado. Estaba allí, junto a ti, esperando una caricia tuya. Un simple roce, de tus dedos, en mi mejilla, habría bastado para saber que aún continuabas queriéndome.
Inspiré. El tomate resbaló de entre mis dedos. Dejé de pensar en ti. Reconté los ingredientes utilizados para la cena. Coloqué la sartén sobre el fuego. Los vertí en su interior. Me quedé clavada mirando el colorido de lo cocinado. No podía apartar la mirada de aquella hermosa mezcla y confusión. Un poco de aceite me salpicó. Instintivamente, los volví a cerrar. En mi retina volvió regresó tu cara bronceada por el sol de aquel verano. Nuestro verano. ¿Te acuerdas? Yo no sabría vivir sin ese recuerdo. Ahora es el color azul de tus ojos el que se funde con el mar que nos rodeaba. De pronto, sonó el timbre. Miré a través del vídeo portero. Por un instante, tuve la esperanza de que fueses tú. ¡Imposible! No conocías mi nueva dirección. Apagué el fuego. Corrí a abrir la puerta. Uno a uno regresaban a la casa. La cena no estaba lista todavía. Volví a la cocina. Aceleré los guisos. Terminé.
¡Todo está muy rico! Dijeron.
Les sonrío. Son sus muestras de cariño. Es como si el cansancio formase parte de la elaboración de cada comida. Regreso a la cocina. Miro los platos vacíos. Pienso que valió la pena cocinar unos platos tan elaborados, aunque a mí no me gusten demasiado.


4 comentarios:

  1. Lo que d cocinaR es ese recuerdo mientras se prepara la comida. Un abrazo.

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    1. Hola Mamen,
      A veces la memoria revive recuerdos donde menos lo esperas. Un abrazo.

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  2. Hola Francisca, una combinación esta de la cocina y el recuerdo que además, no se por qué, suele ocurrir.

    Besitos :D

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    1. Hola Margarita,
      Entre pucheros andamos más de una vez al día así que es casi lógica la asociación. Muchas gracias por leer mi ejercicio de esta semana. Un abrazo.

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