Escribir
un relato concatenado tiene sus problemas tanto para la escritora como para el
lector. Los personajes poseen un pasado que les condiciona su comportamiento.
En el caso de la duquesa Natasha Ivanoff, cuyas apariciones, en el transcurrir de
esta historia, son esporádicas, aunque muy intensas con su sola presencia.
Quizá, sus idas y venidas a lo largo de la trama puede que desorienten un poco
al lector, pero poco a poco se gana el interés con sus repentinas formas de
aparecer y desaparecer. A continuación, os cuento un poco sus antecedentes y la
relación que la une con la Compañía de comediantes quien es la verdadera protagonista
de este relato.
Su
primera aparición en la vida de la Compañía de teatro dirigida por Enrique
Darqués se produce en 1928. La agrupación viajaba en un tren rumbo a
Valladolid. En una estación abandonada de un pueblo llamado Aniago (Valladolid)
la supuesta duquesa rusa se introduce en el vagón donde se encuentra instalada
la agrupación de los comediantes. Mal vestida y hambrienta les cuenta una
historia increíble sobre unos perseguidores que la acosan. Por supuesto que la
aceptan entre los artistas y viaja hasta Valladolid donde, en la estación de
ferrocarriles, aprovecha las despedidas y le roba la cartera a Edelmiro Bartha.
Volverá a aparecer en la misma ciudad, pero, esta vez, irá muy bien vestida y
acompañada de un lisiado de la guerra de África. Volverá a contactar con los
cómicos y se disculpará con Bartha por haberle robado.
La
Compañía prosigue su viaje y llega a Palencia. Allí se ven acusados de unos
delitos que no han cometido y que les llevará a ser detenidos y después a
juicio. Mientras se celebra la vista y, casi por arte de magia, aparecerá la
duquesa Ivanoff que dice ser la responsable de la desaparición de unos
documentos. Hay un revuelo dentro de la sala y en el momento en el que se va a
emitir la sentencia entra en la sala un mago apodado: El hombre que vendió
su alma al diablo. Tras una
presentación propia de un espectáculo vodevilesco, efectuará un número
de magia y logrará que, tanto la duquesa como él, desaparezcan de la sala del
juzgado palentino.
La
Compañía no tendrán más noticias de la duquesa hasta que ésta vuelve a
reaparecer en el puerto de Santander. Natasha Ivanoff sube al barco en el que
va la Compañía rumbo a América. Será a partir de ese viaje donde entablan una
relación más estrecha Edelmiro Bartha y ella. La duquesa, una escapista nata,
no quiere comprometerse con nadie ni con nada, por eso volverá a desaparecer y
lo hará en la ciudad de Valparaíso (Chile) como por arte de magia.
Es
1934. La compañía regresa a Europa. Viaja por España, pero decide regresar a la
ciudad de Valencia, lugar de procedencia de la mayoría de los actores que
conforman la Compañía. Han pasado seis años desde la última vez que Natasha
Ivanoff irrumpió en la vida de los comediantes y será, allí, en Valencia, en el
teatro-circo Apolo y en medio de un grotesco espectáculo vodevilesco, cuándo
volverá a hacer su entrada en escena y lo hará gritando y armando un escándalo
que provocará la intervención de la policía. A partir de ese instante, y,
aunque la duquesa aparece y desaparece varias veces, ya nunca más se alejará
mucho de Bartha y de la Compañía.
Como os he dicho antes, a la duquesa Ivanoff le gustaban los sombreros de ala ancha, pero, me imagino que más de uno os preguntaréis quién es esa mujer que aparece y desaparece con tanta facilidad.
ResponderEliminarEs uno de mis personajes que apareció en un momento dado y... pero será mejor que os cuente algo más de ella antes de entrar en el relato de mañana. Espero que os entretenga este breve resumen sobre la personalidad del personaje de Natasha Ivanoff.
Mañana el próximo relato. Espero que os apetezca leerlo. A mí me encantaría saber que os divierte. Muchas gracias.
EliminarHola Francisca, creo entender que la historia de hoy es una presentación de lo que sera el relato de mañana.Por lo visto la dama en cuestión es muy misteriosa.veremos que va a suceder con Edelmiro.
ResponderEliminarmariarosa
Hola Maria Rosa,
EliminarSí, este personaje viene de otros relatos que he escrito. Siempre me ha dado mucho juego en las historias. Edelmiro es un trozo de pan, pero no cuento nada más. A ver si mañana te gusta mi nuevo relato. Muchas gracias por tu pronta lectura y comentario. Un abrazo.