lunes, 3 de diciembre de 2012

FRANKENSTEIN, LOS PEDAZOS DE UNA SOCIEDAD

Mary Shelley, en 1818, publicó su novela Frankenstein. Esa novela triunfó y continuará haciéndolo a lo largo de todos los siglos, ¿por qué?, muy sencillo, porque no pierde su vigencia.
Puede que el cine, ese invento de finales del siglo XIX, le ayudase a que se perpetuase en nuestro imaginario, sin embargo, siempre nos queda el referente directo hacia la obra escrita.
Frankenstein, el personaje, puede volverse amable y agresivo, depende del momento. Es un ser contra natura pero no por ello deja de tener sentimientos propios o robados, según como se mire.




Tras la imagen de un hombre grande que juega con una niña inocente que no le tiene miedo, se esconde un corazón lleno de dudas y sombras que termina por golpear y romper la inocencia de lo que esta ocurriendo en ese entorno idílico.
La imagen del monstruo que juega con una niña me lleva a reflexionar sobre lo que ocurre en estos tiempos revueltos. ¿Quién podría ser el monstruo y quién podría ser la niña que le contempla con naturalidad?
No voy a caer en la tentación de comparar a Europa con el monstruo reconstruido, unido y suturado como el referente de una comunidad que aprieta y estrangula a sus miembros más débiles. Tampoco voy a seguir pensando que ese ser anti natura es el que rompe la dinámica de lo natural y destroza todo aquello que piensa que puede serle dañino. No quiero pensar que la cabeza de Europa es esa cabeza suturada y deforme que casi no puede contener un cerebro que se nos asemeja infantil y violento.


Sería muy simple, por  mi parte, pensar que la fragilidad de la niña es la imagen de los países que sufren la crisis de valores que nos atenaza.
Prefiero centrarme en la capacidad del creador del monstruo. ¿Quién  lo creó y lo alentó? Posiblemente se trate de algo que no podamos controlar y que tampoco podemos conocer pero... ¿Quién es el padre de este ser que se mueve sin control y llevando las cosas hacia la desorientación total de lo que pasa entre sus miembros? Busquemos al responsable, quizá sepa explicarnos cómo detener al monstruo y hacer que razone, que entienda, que comprenda que no puede ir destruyendo a sus miembros porque si lo hace él será el destruido.



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