viernes, 28 de junio de 2013

LA MANO EN EL FUEGO, ROMPO UNA LANZA




Pongo la mano en el fuego o rompo una lanza, según se prefiera la expresión a que el hermetismo que mantiene el presidente, ante la crisis política que vive su partido político tiene su razón de ser. No me equivocaré si digo que no hablará de lo que todo el mundo intuye. No faltaré a la verdad si digo que no dará la cara ante la ciudadanía. No incurriré en error si digo que nadie, absolutamente nadie, será cesado en su cargo.
Por desgracia vivimos en un país domesticado. Cuarenta años no pasan porque sí en una sociedad.
A pesar nuestro, a pesar del sufrimiento que estamos soportando, hemos llegado a tal grado de obediencia que, ni los sectores críticos se atreven a levantar la voz ante tanta mordida o corrupción qué más da el término que se utilice para definirlo.
Se suceden las declaraciones esperpénticas y no hay nadie que les ponga veto al ridículo supino que ejercen.
¿Qué nos ocurre? ¿ Sufrimos algunos efectos secundarios de la llamada “sociedad del bienestar” que nos atontan? ¿Qué esperamos para rescatar ese concepto que tanto nos llenó la boca en épocas pasas? Sí, me refiero al honor ¿dónde está nuestra honorabilidad? ¿Dónde hemos dejado aparcada la honra de este país?

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