Ayer, ya era tarde cuando encendí el televisor, en la
televisión oficial, increíblemente apareció la imagen del Congreso de los
Diputados. En ese momento comentaban la noticia, al mismo tiempo que mostraban
imágenes de que el grupo parlamentario de Izquierda Unida, había protestado
silenciosamente por la ley que se iba a aprobar. Su queja sería aplastada por
la mayoría aplastante que aún impera en la cámara baja. Un símbolo, una imagen,
a veces hace más que una frase gastada.
La censura actual televisiva pareció
ceder ante ese símbolo. A continuación, los ciudadanos que asistían a la
sesión, en la tribuna superior de invitados, se arrancaron a cantar unas estrofas del musical de moda: Los miserables. Por supuesto y
casi automáticamente, los desalojaron. Pensé ¿qué canción se hubiese cantado en
otro momento de nuestra historia? Tres títulos acudieron a mi memoria: Canto
a la libertad de Amadeo Vives, La Marsellesa y el coro de los
esclavos hebreos de Verdi. Seguí pensando y podría añadirse muchas más pero
no por ello dejan de ser sólo un símbolo que permite demostrar el descontento
generalizado de todos.No es la canción que se tome como referencia sino la actitud que tiene este gobierno para y contra la ciudadanía. Aprobar una nueva ley con tanta rapidez y contra el derecho a manifestarse, a expresarse, es lo suficientemente cruel cómo reaccionar y demostrar nuestro descontento y desánimo ante tanta imposición. El resultado de todo esto se reflejará, creo en las urnas.
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