Nunca olvidaré el instante en el que
sonó mi teléfono. Me llamaba Amparo.
Era el 23 de agosto de 2013, el día
de su cumpleaños
¡Hacía tanto calor!
«-Hola, ¿es
usted Francisca? Soy Amparo Soler Leal. Le llamo porque sé que quiere hablar
conmigo.»
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Sorprendida, al principio, me
entusiasmé al instante. Le conté que hacía un par de años que había
descubierto un documento sobre los estrenos de sus padres en Valencia durante la
Guerra Civil. Hasta entonces se había considerado perdido todo tipo de
documentación de esa índole. A través del auricular sentía su interés. Podía
notar su alegría. En ese instante pequé de avariciosa y me apropié de su
emoción como si de un diamante se tratase.
«Yo no sé
nada de lo que me está contando. Mis padres nunca me hablaron de su estancia en
Valencia y menos de su trabajo en los escenarios valencianos durante la Guerra.
La posguerra fue muy cruel. Sentían miedo. No por ellos, sino por mí.»
Nos despedimos. Le prometí enviarle
una copia de mi artículo.
Amparo falleció el 25 de octubre de
ese mismo año. Nunca podré olvidar aquel día de verano en el que Amparo me
llamó.
Pues yo también me apropio de tu emoción y la suya, Francisca. ¡Cómo te entiendo!
ResponderEliminarSí, Carmen hay cosas que nunca se pueden olvidar. Gracias por tu lectura y comentario.
ResponderEliminarSi es un relato emotivo y es para no olvidar esa llamada. Un saludo
ResponderEliminarFue una gran emoción inolvidable. Muchas gracias por la lectura y comentario.
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