"Guárdame un secreto"
Esa era la anotación escrita en uno de los márgenes del libro de la biblioteca que estaba leyendo. Pensó que era la obra de un
desaprensivo que no sabía mantener el material público en buen estado. Siguió leyendo pero tuvo sus dudas cuando, al continuar leyendo la novela, descubrió que en el texto preguntaba, al lector, si alguna vez había sabido guardar un secreto.
¿Era aquello un truco del escritor?
Dejó la novela sobre la mesilla de noche y apagó la luz.
Durmió poco. Tuvo un sueño intranquilo, lleno de pesadillas que recordó más tarde. Sonó el despertador. Lo apagó maquinalmente. Sintió desánimo para enfrentarse a la jornada diaria. Quemó sus dudas y echó a andar. Debía hacerlo.
Subió al autobús. Logró sentarse. Allí y sin evocarlos, regresaron los malos sueños. Sintió que estaba dentro de un mar. Navegaba en un pequeño barco que semejaba ser de papel. El mar no era de agua sino de letras. Letras de todos los tamaños y caligrafías que se movían como si fuesen las olas del mar. Se asustó. Dio un respingo en el asiento al recordarlo. El hombre que estaba sentado junto a él le miró.
"¿Se encuentra bien? Está muy pálido."
Intentó disimular. Balbuceó una falsa excusa.
Le dijo que no le ocurría nada, que sólo había recordado algo que había olvidado y por eso se había sacudido en el asiento.
Le dijo que no le ocurría nada, que sólo había recordado algo que había olvidado y por eso se había sacudido en el asiento.
Bajó un par de paradas antes de lo que solía hacerlo todos los días. Necesitaba que el aire fresco le aclarase la ideas. Llegó al trabajo.
A lo largo de la mañana no volvió a pensar en las pesadillas de la pasada noche. Estaba más cansado de lo habitual. Se le hizo el día eterno.
Después de cenar, sintió tanto sueño que no se quedó a ver la televisión. Ya en la cama y cuando se disponía a apagar la luz vio el libro y decidió retomar la lectura. Abrió por la página donde había visto la anotación pero no la encontró. Estaba muy seguro de que la había visto y que, a continuación, el texto le había preguntado por ella. Continuó la lectura. Cuando ya llevaba unas cuantas páginas leídas, al volver la página se encontró con una nueva anotación manuscrita. Estaba casi al pie de página:
"No, hombre, por favor!"
Pasó la página. En la siguiente, en el texto leyó:
"Te pedí que me guardases un secreto y se lo contaste a todo el mundo. No, hombre, por favor, eso no es lo que el escritor esperaba de ti."
Sintió miedo. Un frío intenso recorrió su espalda al leer esas palabras dichas al oído. Soltó el ejemplar. Lo hizo con tal impulso que éste cayó al suelo. Se quedó abierto por la página con la anotación. No era posible que estuviese leyendo un texto que le hablase. Miró a su alrededor. No había nadie. Nada estaba fuera de su sitio habitual. Pensó que era todo producto del cansancio. Apagó la luz. Intentó dormir. Las pesadillas volvieron. Era un duermevela. Soñó con las páginas de un gran libro que lo atrapaba. Unos grandes brazos salían de las páginas y lo rodeaban hasta introducirlo dentro del texto. Se despertó con un sudor helado que le mojaba la frente. No era posible aquello. ¿Por qué estaba soñando aquellas cosas tan raras? Fue en ese instante cuando de soslayo, vio el reflejo de la luz que salía del libro. Se incorporó en la cama. Encendió la lamparilla de noche. No estaba imaginando nada. El libro tenía su propia luz. Lo recogió del suelo. Leyó.
"No es una fantasía. Te esperamos. Ven."
Cerró el libro. Sonrió y apagó la luz.
Al día siguiente, ya no tomó el autobús. No volvió al trabajo. Se quedó en casa. Sentado junto al libro. Sin leerlo. Lo contemplaba sin moverse. Perdió la noción del tiempo hasta que, por fin, se levantó. Se arregló y con el libro en la mano, salió a la calle.
Fue a la biblioteca. Se acercó hacia el mostrador de préstamo y con un susurro le dijo a la bibliotecaria:
"Guardaré el secreto. Seguiré leyendo."
Fue en busca de una nueva lectura.
"No es una fantasía. Te esperamos. Ven."
Cerró el libro. Sonrió y apagó la luz.
Al día siguiente, ya no tomó el autobús. No volvió al trabajo. Se quedó en casa. Sentado junto al libro. Sin leerlo. Lo contemplaba sin moverse. Perdió la noción del tiempo hasta que, por fin, se levantó. Se arregló y con el libro en la mano, salió a la calle.
Fue a la biblioteca. Se acercó hacia el mostrador de préstamo y con un susurro le dijo a la bibliotecaria:
"Guardaré el secreto. Seguiré leyendo."
Fue en busca de una nueva lectura.
Sin palabras, las has puesto tu todas..Excelente
ResponderEliminarLas palabras son de todos. Muchas gracias, Suni.
ResponderEliminarSi que és diferent dels altres!!! Un poc inquietant i molt suggerent. I tant que els llibres ens parlen. Però el que més m ha inquietat abans fins i tot de llegir ha estat llegir el nom de Galdós encerclat pel bolígraf i escrit a mà:no hombre por favor. M'ha vingut al cap com un resort la burla que Cortázar li dedica en Rayuela. L'autor admirat que inocula el prejudici en el jove lector. I ara Galdós: sí hombre Sí quasi el preferisc al primer a pesar dels latiguillos i l estil a vegades esgotador. El relat però avança per altres camins i enganyat de sobte em veig dins del malson del protagonista malalt de literatura. Mal que es cura només amb més literatura. M ha agradat molt.
ResponderEliminarFerran eres un lector inquietant. Eres l'únic que s'ha adonat de la referència directa a Cortázar. Els malalts, entre cometes, per la literatura, som els que només tenim una solució als nostres mals: més literatura. M'encanta que lliges els meus relats i els comentes. Quant t'ho agraïsc.
EliminarSi que és diferent dels altres!!! Un poc inquietant i molt suggerent. I tant que els llibres ens parlen. Però el que més m ha inquietat abans fins i tot de llegir ha estat llegir el nom de Galdós encerclat pel bolígraf i escrit a mà:no hombre por favor. M'ha vingut al cap com un resort la burla que Cortázar li dedica en Rayuela. L'autor admirat que inocula el prejudici en el jove lector. I ara Galdós: sí hombre Sí quasi el preferisc al primer a pesar dels latiguillos i l estil a vegades esgotador. El relat però avança per altres camins i enganyat de sobte em veig dins del malson del protagonista malalt de literatura. Mal que es cura només amb més literatura. M ha agradat molt.
ResponderEliminarFerran eres un lector inquietant. Eres l'únic que s'ha adonat de la referència directa a Cortázar. Els malalts, entre cometes, per la literatura, som els que només tenim una solució als nostres mals: més literatura. M'encanta que lliges els meus relats i els comentes. Quant t'ho agraïsc.
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