Y
el genio le insistió e insistió en que escogiese tres deseos, pero no había
manera de que Aladino se decidiese a hacerlo. El tiempo pasaba y como andaba
con la agenda apretada sacó el catálogo de los deseos y le mostró los que más
solían pedirse.
-Entre
los deseos más solicitados se encuentra el de ser el más poderoso de la faz de
la Tierra, aunque le advierto que no nos hacemos responsables de los
resultados a largo plazo porque no lleva implícita
la felicidad. A continuación, por orden de solicitud de deseos –Prosiguió el
genio. –Se encuentra el de conseguir todos los placeres de la vida. Nuestra larga experiencia en la materia de los deseos nos ha demostrado que ese es uno de los que más pronto cansa a nuestros
clientes porque, por los datos estadísticos de los últimos siglos éste no se llega
a consumir en su totalidad. Por último, por lo que respecta al tercero, ahí si
que le digo que no se fije en nuestro catálogo de los más solicitados y que sea usted el
que se lo piense detenidamente porque suele ser el más
complicado al verse influenciado por la época en la
que se realiza el pedido y, en especial, por las modas del momento.
Por
unos segundos, Aladino, meditó lo que le había expuesto el genio y poco después
dijo:
-Creo
que te voy a pedir algunos deseos que estarán descatalogados.
-Tú
dirás –Le respondió el genio con una sonrisa irónica. –Pero a mi nada se me
resiste que por eso soy un genio en todos los campos.
Y
fue entonces cuando Aladino dijo:
-Deseo
que vuelvas a tu lámpara y que no regreses a este mundo hasta que encuentres la
belleza de las cosas.
-Eso
son dos deseos –Dijo el genio con cara de pocos amigos. –Y aún tienes un tercer
deseo pendiente.
-Ese,
incluso para ti, será un imposible. –Dijo Aladino con astucia.
-Imposible
no hay nada y menos para mí que soy un genio. –Insistió.
-Pues
entonces deseo que seas como todos nosotros y que abandones esa
prepotencia que te caracteriza.
-¡Eso
es imposible! Dejaría de ser un genio. –Gritó.
-Tú
lo has dicho.
Tanto
el hombre de la camisa que le hacía feliz como Aladino se rieron.
-¿Y
cumplió tus deseos? –Le preguntó el hombre de la camisa feliz entre risas.
-Creo
que sí porque el genio, desde entonces, no ha vuelto a salir de la lámpara y eso
que le quito el polvo todos los días.
¡Qué bueno! Me encanta esta saga tuya de los cuentos Francisca. Ves la historia de otra manera. ¡Fantástico! :D
ResponderEliminarGracias Margarita. Hay que darle una vuelta a lo establecido. Corren nuevos tiempos.
EliminarMuchas gracias por tu lectura y comentario. Un abrazo.
Bueno, ser rico, poderoso, tener una larga vida...
ResponderEliminarEs lo que se le suele pedir a los genios de lámparas. Tú nos renueva la historia de manera amena y divertida, la haces más atractiva y novedosa, me gusta más, mucho más.
Un beso.
Querida Mari Carmen:
EliminarMuchas gracias por tus cariñosas palabras. Para mí la vida no es acumular riquezas ni honores sino simplemente vivirla sencillamente disfrutando de lo hermosa que es. Celebro que te gusten mis cuentos y relatos. Me haces muy feliz. Un abrazo.