Cuando el
timbre de mi puerta suena como si fuese la alarma de incendio sólo puede ser
una persona y esa es mi vecina sorda. Más de uno me diréis que no le abra, pero
no, no sería prudente por mi parte, pues si no lo hago, más tarde, en la
calle, me recriminaría mi actitud y entonces sería peor que no haber acudido a
sus timbrazos.
-Vengo a
felicitaros el año. –Gritó, cuando le abrí la puerta.
Estaba sola
así que tuve que lidiar con sus impertinencias con la mejor de mis sonrisas.
-¡Qué
bonito! –Exclamó tomando una de mis labores. -¿Es para regalar?
Sí, intenté
explicarle que estaba preparando los regalos para los más pequeños de la
familia.
-¿Son
sobrinos tuyos? –dijo.
En ese
instante pensé ¿cómo le explico el parentesco? opté por no
esforzarme en vano, pues tampoco tenía importancia y la conversación se
complicaría más de lo deseado.
Proseguía preguntándome por la elaboración del tejido
cuando, sin darme oportunidad a contestarle, concluyó que debería
dedicarme a pintar abanicos, cerámica y seda pues, según ella, eso es lo que,
verdaderamente, debe de hacer una señorita. No es la primera vez que me dice
esas cosas y, cuando lo hace, entonces, acude a mi memoria la película de William
Wyler: La heredera.
-Es una
lástima que no te hayas casado. Me imagino que has tenido pretendientes ¿Son
tontos los chicos?
Tras esa
catarata de improperios, esta vez, no me tomó desprevenida, tuve una
contestación instantánea.
-O la chica es demasiado lista.
Esta vez sí
que lo oyó a la primera. Durante unos instantes estuvo callada y, al fin,
contestó.
-Bueno,
todos iremos a una residencia, tanto los que tenemos hijos como los que no.
Tal como me
lo temía, la conversación, se desviaba hacia derroteros lúgubres propios de
sus frustraciones que no de las mías, por eso, intenté virar hacia otros puntos
de desencuentro.
Le pregunté
por los menús navideños, los resultados que había obtenido, no por curiosidad,
claro, sino por desalentar su inicial tema, sin embargo, ella volvió al ataque
frontal con el siguiente comentario.
-¿Te has
apuntado a algún gimnasio? Es conveniente que te pongas en forma, aún eres
joven y te quedan algunas oportunidades.
Estaba visto
que no iba a cambiar de conversación así que opté por despedirle, de la forma
más cortés posible, y, para ello, usé la estratagema de tener prisa porque me
esperaban.
A pesar de
todo, cuando ya salía, aún tuve que escuchar su última impertinencia.
-Nena, no
desistas, este año termina en siete y es un año de oportunidades. Fíjate, yo me
casé con veintisiete años, un año terminado en siete y el día diecisiete;
siempre pensé que tendría siete hijos, pero no todo se cumple ¿verdad?
Di un suspiro de alivio cuando cerré la puerta y por mí cabeza se cruzó la idea de
que si todas las felicitaciones iban a ser como ésta, entonces sólo quedaba
la esperanza de que, no fuesen múltiplos de siete.
Feliç Any, Paqui i ... paciència, molta paciència. Mare meua, quina sèrie d'impertinències però ho contes amb tanta gràcia, que ja la trobava a faltar ... Gràcies per entretindre'ns amb estes anècdotes. Molts besets.
ResponderEliminarHola Susi:
ResponderEliminarmoltes gràcies a tu per llegir i comentar els meus relats. La veïna sorda és tot un personatge que o ho vius amb resignació o et fagocita. Feliç any!!!
hola y feliz año! hermoso regalo tu relato para comienzo del a saludosbuhos.excelente año.
ResponderEliminarFeliz año para vosotras también buhitas. Gracias por entrar en mi blog y comentar mis relatos.
Eliminarvuelvo a leer tu relato y digo : que vecina de porqueria, en fin saca sonrisas, pero tu ten cuidado con las agujas de tejer a ver si se las acabas clavando, que da unas ganas!!!!!
ResponderEliminarEs encantadora ¿verdad? Yo diría que es un sol, pero mejor cuando ya anochecido. Gracias por tu lectura.
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