sábado, 3 de febrero de 2018

27 CORRESPONDENCIA CRUZADA




-Es cierto. Soy incapaz de mentirte y te lo cuento porque confío plenamente en ti.
Durante unos interminables segundos me miró a la cara y, al fin, dijo:
-Si que creo ciegamente en tus palabras y eso significa que la documentación usada hasta ahora no es válida. Pretendes demostrar que todo era una burda mentira. Ya sabes que no desconfío de ti, pero sólo con pruebas reales te podré creer.
-Por supuesto, que te lo demostraré. En ese documento está la respuesta a todo.
Llegamos a la entrada del Archivo y antes de subir la escalinata le reiteré mi posición:
-Siempre hablo cuando estoy segura de algo y sólo creo aquello que veo.
En la sala de consulta sólo se encontraban el encargado de la sala y un anciano que semejaba haber tomado el archivo como un refugio para matar las horas. 
Buscamos acomodo en uno de los extremos de la sala, el más alejado del mostrador. Tomé una papeleta y me dispuse a rellenarla para pedir el material. 
-¡Cuánto ceremonial para pedir unos papeles! Me parece absurdo porque seguro que no interesan a nadie salvo a ti, claro.

-Te equivocas. Te equivocas al pensar así. Algunos documentos son más valiosos que un tesoro. Más de un investigador codiciaría ser el primero en descubrirlo.
Una risa de incredulidad se le escapó a mi editora y ante el vacío de la sala ésta resonó alterando al anciano que se encontraba allí moviendo ruidosamente las hojas de los legajos. Este se detuvo en su hojeo y con aspereza nos siseó. En ese instante, el encargado ya regresaba del depósito con un carrito  lleno de cajas de documentos. Las ruedas del carrito chirriaban con gran estruendo. Dejó las cajas sobre el mostrador y nos hizo una seña para que nos acercásemos hasta él.
-Sólo pueden consultarlas de una en una. Usted ya conoce las normas. –Me indicó como queriendo hacerme ver que me conocía.
Las dos le prometimos que así lo haríamos. Consultar aquellos documentos junto a la incrédula editora tomaba un valor intrínseco, pues por fin podría demostrarle que todo lo que había narrado de la ciudad de Valencia, durante 1934, era completamente cierto. En la primera caja sólo había unos programas de mano de teatro y algunos carteles que anunciaban las funciones de esa temporada.
-¿Estás segura de que lo encontraste aquí? –Me preguntó con un tono cortante e impaciente.
Sin contestarle guardé el contenido de la caja y me levanté para dirigirme al mostrador y solicitar otra caja. La deposité sobre la mesa y dejé que la abriese ella misma. Entre el primer grupo de documentos asomó el extremo del sobre donde se encontraba la carta.
-¡Ésta es! -Grité sin poder evitar mi alegría. El anciano, que consultaba los legajos, me miró enojado y con un tono alto casi sepulcral dijo:
-¡Deje en paz a los muertos y muéstrele su respeto marchándose!
Ninguna de las dos le respondimos.
Por medio de gestos le indiqué que aquel sobre era el que contenía la carta que, hasta entonces, todos aseguraban que no existía.
La extraje, con sumo cuidado, y se la mostré. Estaba escrita con una caligrafía uniforme que resultaba hermosa. Ante la imposibilidad de fotografiarla tuvimos que transcribirla:

Valencia, 27 de octubre de 1934
Estimado Bartha

Sabes que confio en ti como si fueses mi hermano, pero no podía ponerte a ti también en peligro. Me he visto obligado a salir de la ciudad porque mi vida estaba en juego. Aurelio Retall me amenazó antes de salir al escenario con hacer saltar por los aires el teatro si no le pagaba el dinero que me pidió la última vez que lo vimos, ¿lo recuerdas? Yo no tengo esa cifra. Sabes perfectamente que todo lo que gano en el teatro es para un nuevo espectáculo. Tampoco podía acudir a la Hermandad porque ésta sólo ayuda en lo que debe hacerlo. La única solución era mentir a ese canalla y salir huyendo antes de que me pudiese asesinar.
Preferí manteneros a todos en la ignorancia y no involucrar a nadie más con ese delincuente. Cuando leas esta carta debes de hacer todo lo que te ordene. Recoge todo lo imprescindible y junto a Natasha  reuníos conmigo en Zaragoza. Ella conoce muy bien la ciudad y te guiará hasta mí.
Nos vemos en unos días.
Tu amigo Enrique Darqués.

-Pero según lo que has averiguado ellos nunca abandonaron Valencia. -Me indicó la editora. -Entonces esta carta tampoco llegó a su destinatario.
-Eso es lo que he deducido quizá eso explica el motivo por el que la compañía desapareció y no volvió a resurgir hasta mediados de 1935.
-¿Y el delincuente? ¿Cumplió su amenaza? ¿Continuó con la extorsión? ¿Qué ocurrió con toda la compañía? ¿Y los niños Andreu, Batiste y Librada? Quedan tantos interrogantes por resolver. -Insistió la editora que cada vez estaba más intrigada en saber cómo se resolvería la trama de aquella historia ambientada en la Valencia de 1934.
-Creo que pronto podré resolver el enigma, pero necesito un poco más de tiempo y sólo tú me lo puedes conceder. 
Durante unos instantes las dos contemplamos la carta con detenimiento. Por fin mi editora habló.
-Puede que sea una falsificación.
-Tal vez –Le apostillé. –Pero si lo fuese ¿cambiaría las cosas?
Y la pregunta quedó en suspenso ante la duda.
Nos encontrábamos tan ensimismadas releyendo la carta que no nos dimos cuenta que el anciano se había acercado hasta nosotros y de un manotazo nos arrancó el documento de las manos.
-He dicho que dejen en paz a los muertos.
Si no llega a ser por el auxiliar del archivo que saltó de su silla para encararse con el anciano y evitar que éste rompiese la carta el documento ahora ya no existiría. En el forcejeo acudió el guardia de seguridad y más personal del archivo que calmaron al violento anciano.
-Será mejor que nos vayamos. -Apuntó la editora. -Ya he tenido bastante por hoy.
Al ordenar los documentos que se habían esparcido por la mesa es cuando apareció la otra carta que no había visto hasta entonces.

26 de octubre de 1934
Querida María:
Cuando recibas esta carta, probablemente ya estaré muerto. Sabes que siempre he desconfiado de lo que ha publicado la prensa sobre el conflicto en Asturias, por eso he venido a ver qué estaba ocurriendo de verdad. Aquí he podido ver, con mis propios ojos, el dolor y la amargura de lo que es un verdadero infierno.
Las gentes de aquí han llegado a su límite. Comprendo perfectamente el motivo de esta situación. Miseria, dolor y muerte es lo que impera en estos hermosos páramos. 
Sé que debo contarlo y lo intentaré a pesar de todo. Ayer vi como fusilaban a una niña de tan sólo quince años. Sin ninguna contemplación, tres militares la colocaron contra una tapia e hicieron fuego contra ella. Ella, con gran valentía gritó su nombre:
“Me llamo Aída de la Fuente. Que todo el mundo lo sepa.”
Y la descarga de aquellos desalmados apagó su voz desoída por los que consienten esta masacre.
Aunque me alejé y tomé distancia de aquellos asesinos no logré pasar desapercibido para ellos. Me persiguieron hasta detenerme. Presiento mi fin. Sólo quiero que comprendas que mi única misión era conocer la verdad.
Un abrazo querida mía.
Luis de Sirval

-Esto se complica más. El asesinato del periodista debe guardar relación con todos los conflictos. La muerte de Luis de Sirval, el periodista valenciano que fue asesinado en Asturias también tenía una conexión con Valencia.
-¿Quién es ese periodista? -Preguntó la editora.
-Ya he hablado de él en otra ocasión, pero te lo volveré a contar.

4 comentarios:

  1. que imaginacion tienes, amiga! nos encantaria saber todos los entresijos cuando vas creando tu relato, lo haces tan bien!! maravilloso don, gracias por compartirlo,saludosbuhos!!

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    1. Muchas gracias queridas amigas buhitas, que cosas más bonitas me habéis dicho. Me alegro mucho de que os gusten mis relatos. Prometo continuar. Un abrazo amigas.

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  2. Qué intriga y qué bien describes las situaciones y los personajes. Cuando el anciano tira de la carta para sí he encogido el estómago pensando precisamente, en eso, en que la rompía. Una historia magnificamente contada amiga, como siempre.
    Muchos besos :D

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    1. Hola Margarita
      Celebro que te hayas metido dentro de mi relato eso significa que te ha atrapado. Intentaré continuar esta semana y desvelar un poco más de los personajes de esa carta. Muchas gracias por leer y comentar mis relatos. Me encanta conocer tu opinión. Un abrazo.

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