sábado, 13 de abril de 2024

LA CASA DEL LAGO

 

La juventud, la inocencia o tal vez la curiosidad de uno hacia el otro, provocó que tanto Boris como Irina se sintiesen atraídos. La joven le preguntó cuál era el camino que iba a elegir en aquella encrucijada y Boris respondió que el que le llevase hacia la casa del lago.

–Creo que es este de la derecha, pero hace tantos años que no he estado por aquí. –mintió Boris. –que tengo alguna dificultad para reconocerlo.

–¿Es usted de aquí? –le preguntó Irina.

–Sí.

–Pues no le conozco. –indicó Irina. –Y desde que he nacido no me he movido de este pueblo y creo conocer a todos sus habitantes.

–Quizás no los conocía a todos. –afirmó Boris. –Porque yo he nacido aquí.

–¿En serio? Creo que me está intentando tomar el pelo. –indicó Irina con un rubor más intenso en sus mejillas.

Boris sonrió.

–Bueno, es normal que no me conozca porque nada más nacer, mis padres se trasladaron a otra población; algo más al Sur.

Y continuó tejiendo una mentira para convencer a Irina de lo que decía era una verdad. Poco a poco la cara de la muchacha cambió del asombro al interés y, a continuación, hacia la curiosidad, por lo que le contaba el desconocido.

Boris contó que siempre había deseado conocer el lugar donde había nacido, así que, sin pensarlo mucho, tras su último cumpleaños, cuando había adquirido la mayoría de edad legal, decidió emprender el camino y acercarse a la aldea.

–Creo que los habitantes de la casa del lago me podrán contar algún detalle más de mi vida.

–La familia Ivanoff son mis amigos. –señaló Irina. –Una de sus hijas, Olga, es muy amiga mía. Hemos crecido juntas. Tenemos la misma edad.

–Olga es la mediana ¿verdad? –preguntó Boris como quien hace una pregunta al azar.

–Sí. La mayor es Natasha, le sigue Olga y a continuación está el pequeño Sasha. Ese es el diablillo de la casa.

–¿Y los padres? ¿Viven todavía?

–El señor Ivanoff hace unos diez años que falleció y, al poco tiempo, Natasha se fue a la ciudad, pero el resto de la familia sigue en la casa del lago. Si quiere le acompaño y habla con ellos.

–Sería muy amable de su parte.

Y así fue como Irina y Boris se encaminaron hacia la casa del lago. Aquella casa quedaba algo retirada del resto. Cruzaron el pequeño puente de madera que el propio señor Ivanoff había construido para salvar el camino que rodeaba el bosque. Cuando estaban en medio del paso escucharon lo que semejaban ser los tiros de una escopeta. Los dos jóvenes se detuvieron, a continuación, se escuchó un grito y una vez que decía.

–Huye pequeño Sasha, huye.

 



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