jueves, 20 de junio de 2013

DE ZARANDAJAS Y OTRAS PRODUCTIVIDADES



Ando unos días aturdida por tanta desinformación sobre la economía de nuestro estado. Productividad, rentabilidad… todo son palabras que llenan la boca de aquellos dicen llamarse expertos.
Para aclarar un poco los conceptos, recurro a las armas de toda la vida.
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española RAE, el concepto de productividad tiene varias entradas, en la tercera indica que se trata de una:
“Relación entre lo producido y los medios empleados, tales como mano de obra, materiales, energía, etc.”
Por si la cosa no queda clara, el diccionario añade el siguiente ejemplo:
“La productividad de la cadena de montaje es de doce televisores por operario y hora”
Se habla de la falta de productividad de los servicios públicos,  y no puedo dejar de preguntarme si es más rentable producir un televisor que la educación de una persona o producir un coche de ingeniería alemana frente a una persona sana.
Pero soy disciplinada y sigo buscando otro de los conceptos que tanto se manosea, estos días, en la prensa, se trata de la palabra rentabilizar.
Según del diccionario de la RAE la definición de este concepto es:
“Hacer que algo sea rentable, productivo o provechoso”
Creo que en vez de conseguir que mis dudas se desvanezcan  han aumentado, porque si productividad esta en relación directa con la rentabilización, entonces es cuando no tienen sentido las zarandajas de la vida.  Esas pequeñas nimiedades que nos hacen seguir en un servicio público donde, no sólo se hace un trabajo sino que se  busca hacer la vida más práctica, sencilla y llevadera a los que vivimos en una sociedad preestablecida. Esas zarandajas con las que me quedo como son la educación, la sanidad  y el bienestar de las personas que a veces te agradecen más una sonrisa o una palabra amable que un cheque regalo en una gran superficie. Prefiero la zarandaja de la sonrisa de un niño cuando le ayudas.
Prefiero las zarandajas de esos trabajadores de la administración que con su trabajo callado, rutinario y diario crean las herramientas necesarias para hacer que todo funcione entre esos que desprecian lo desconocido.

De qué sirve tanta productividad con una rentabilidad bajo sospecha si no nos hace una vida fácil, si no nos permite salir de una situación crítica que la gente corriente, la gente de la calle como yo,  no hemos creado. Para qué queremos ser tan efectivos y rendir tanto si eso no nos lleva hacia una vida mejor.
Me quedo con mis zarandajas, esas que me permiten levantarme cada día con el ánimo de conseguir la sonrisa de mi madre o la felicidad de un amigo que necesita de mis pequeñas e insípidas labores pero que llenan de satisfacción la vida de todos.

4 comentarios:

  1. Estas zarandajas que dices son, según mi opinión, lo que verdaderamente importa, aquello que muestra nuestra naturaleza humana. Sin eso estamos absolutamente perdidos... o alienados, que es lo mismo. Reivindico tus zarandajas con total convicción.

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    1. Tenemos que reivindicar las pequeñas cosas que nos hacen seguir. Esas zarandajas son las que nos dan razon de ser. Gracias Aurèlia por tu comentario.

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  2. El problema está en la psicología patriarcal, que es la productividad, su gran invento, que les ha funcionado durante siglos, y hace tiempo que se acaba este sistema basado en la productividad y el consumo basado en el patriarcado... Y ya no saben qué hacer para que les siga funcionando. A ellos, y al precio que sea. Y con tantos siglos de sometimiento y dominio cuesta pensar en otras formas de vida y de organizarse, porque es lo único que necesitamos; organizarnos. Y eso sólo se consigue en paz, sin rivalida ni competencia. Así que las zarandajas sirven para vivir y sobrevivir, de lo poco que tenemos donde agarrarnos.
    Ánimos!

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  3. Estoy completamente de acuerdo contigo, Eva. Después de leer tu último post donde recordabas el sensato El principito y después de varias conversaciones que esta semana he tenido, pensé que debía reivindicar las zarandajas cotidianas. Espero continuar con ellas minuto a minuto y día a día para vivir, al menos un poquito feliz con todos los que me rodean.
    Un abrazo Eva.

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