viernes, 19 de septiembre de 2014

LAS CUATRO SEÑORITAS: Y LA TERCERA FUE LA ESPERANZA



Quizá me juzguéis por mis comentarios. Quizá os hayáis hecho una idea sobre mí por lo que narro. Nada más injusto que un punto de vista prismático, fragmentario como el que os habéis formado. No soy lenguaraz por hablar de mi vecindad. Os equivocáis. Si tuvieses un trato directo conmigo, más cercano, comprenderías que soy una persona afable, sociable, imaginativa. Soy paciente. Guardo las formas y normas de la convivencia. Me comporto correctamente ante algunas impertinencias con bastante sensatez. En definitiva, mi forma de ser sería como la que Dumas puso en boca de su personaje, el juez Villefort, quien se autodefinía, mientras hablaba con su esposa, la envenenadora, como sólo hipócrita lo justo, lo estrictamente necesario.
Ayer, mi vecina sorda, lo estaba más de lo habitual. Cuando entró en mi casa nos informó a todos:
-Hoy estoy más sorda de lo normal. Se me ha terminado la pila del audífono y hasta mañana no tendré una nueva. Hablaré hasta que me canse, así que no hace falta que me interrumpáis. No oigo nada.
La verdad es que muchas veces me da pena. Debe de ser duro no poder escuchar lo que te dicen, ni querer tampoco oírlo, claro.
La encontré más nerviosa que otros días así que pensé: 'Su Esperanza, otra vez'.
Así fue no me equivoqué en nada.
Esperanza es la tercera de sus cuatro hijas o señoritas como queráis llamarlas. Esta niña llegó al mundo cuando la familia buscaba un varón para la dinastía; no obstante, el padre de la criatura, al verla exclamó: 'Es la Esperanza que nos faltaba en esta casa'. Ese fue el nombre que se le dio y se celebró hasta el punto de ser el punto de referencia de toda la familia, se ha convertido en el nombre perfecto para la primera nieta que ha llegado a la familia.
Esperanza ha sido educada para ser otra de las señoritas distinguidas de la burguesía valenciana hortícola a la que pertenece mi vecina sorda. En realidad, no sé si ha conseguido finalizar alguno de los estudios que haya comenzado. Su vida fue un cuento de hadas hasta que llegó el príncipe a despertarla de su ensueño.
-Mi Esperanza es una chica de hoy en día. - Me dijo una vez mi vecina sorda, cuando le pregunté a qué se dedicaba. - Es muchas cosas, hasta profesora de aerobic. Siempre ha estado en muy buena forma hasta que se casó con 'este'.
Cuando mi vecina dice 'este' se refiere al que, en su día, fue su 'yerno favorito'. 'Este' pasó de ser 'elpríncipeencantador' al 'malvadotraidor' del cuento.
-Mi marido ha sido el más traicionado de toda la familia. Pensaba que era el mejor de todos y que nunca engañaría a mi Esperanza, pero no ha sido así. La ha dejado por otra. La ha abandonado. 
 Durante meses tuvimos comentarios soeces sobre ese 'perfecto yerno' que se ganaba, misteriosamente, la vida comprando y vendiendo productos importados de Corea.
-Al menos le pagase la pensión a mi nieta. - Mientras dice esto lloriquea, pero sin soltar una lágrima.
-Esa es como su padre. Ya mide 1,70 y sólo tiene catorce años. Usa el número cuarenta y uno de zapatilla. - Ya sabéis la obsesión que tiene mi vecina sorda por medirlo todo por su tamaño. No sé si la referencia a la altura tiene relación estrecha con la capacidad mental pues, el tamaño de su esqueleto y el de sus pies es lo único que destaca como parte importante de su nieta.
 -Es igualita a su padre, sólo piensa en inventar mentiras para fastidiar y engañar a mi hija. Siempre está a punto de traicionar a mi Esperanza.
En realidad, ‘este’ sí que le paga la pensión, pero no debe de ser lo suficiente. Según mi vecina sorda, él debe proporcionarle el estatus que merece Esperanza. Le he preguntado más de una vez cuál es esa posición social que tanto añora y hoy, por fin, me lo ha confesado.
Nada puede ser como antes porque todo es como ahora, es decir, fuera de los planes trazados para una vida perfecta, aburguesada, llena de fantasías de color sepia que no se corresponden con la de tonos grises y amargos que le toca vivir en la actualidad.
No he querido ahondar más en su mundo de fantasía y le he dejado hablar hasta que por su propio impulso y cansancio se ha parado.
-Me voy, otro día vendré con la pila cargada para que me podáis aconsejar.
Cuando ya se iba he pensado "hoy no tengo premio" Me he equivocado, ha regresado sobre sus pasos y me ha gritado casi al oído:
-'Nena, esas plantas que tienes en el balcón están muertas de sed. No las riegas suficiente. Parece mentira que hagas tú eso.'

4 comentarios:

  1. Me entretiene mucho leer tus relados.
    Siento que estoy sentada a tu lado escuchando a tu vecina sorda.
    Ansiosa esperando el próximo.
    :-)

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  2. Gracias Sandra por tu lectura y comentario. Son miradas con buen humor a través de esta ventana virtual. La imaginación vuela. Continuaré. Un abrazo.

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  3. Personajes como los de esa familia son dignos de una obra de teatro, Sobre la España eterna que nos sobrevir, seguro.
    Josep Lluís

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    1. Gracias por tu lectura y sugerir su dramatización. Os puedo asegurar que más de una vez es dramático convivir con ellas pero también es necesario. Gracias por tu comentario Josep Lluís.

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