Imagino que el sueño de toda madre, de clase media
alta, será conseguir que sus hijas sean señoritas, bien casadas, pero eso sí,
señoritas como Dios manda.
Ya os he contado alguno de los milagros de mi 'pobre' vecina sorda. Educó a sus cuatro hijas para
conseguir la meta de la burguesía, para ello, ella, que si le golpeas mucho el codo cierra más el
puño, no reparó en gastos para llevarlas a buenos colegios y relacionarlas con
las hijas de… de otros llegados a más, por supuesto. El resultado fue el que fue. Sólo dos de
ellas llegaron a la Universidad. No está nada mal aunque era poco.
Comprendo que su voluntad era conseguir un pleno de cuatro de cuatro. Luego, con el tiempo, se
planteó otro problema: buscar un marido. La mayor, orgullosa y áspera como un papel de
lija, se casó contra la voluntad de sus padres. El matrimonio fracasó pronto:
incompatibilidad de caracteres, dijeron. Ella se marchó a la capital del
imperio para medrar en su carrera dentro del partido que ahora nos desgobierna. Se hizo
asesora de una ministra del primer nefasto gobierno Aznar y cultivó amistades. Consiguió ser una dirección general de algo. No importaba el qué, lo vital era poder mandar.
Hasta ahí todo parecía ir bien, pero mi vecina sorda dice que no. Cuando la
ministra fue desestimada tuvo que dejar su cargo 'dedocrático' y volver, pues ya no necesitaba su
asesoramiento. Su regreso no fue de cualquier manera, sino como suelen hacer los del
partido conservador, que tanto desprecian lo público y, en realidad, añoran en
la intimidad, le asignaron un nuevo cargo. Le proporcionaron una asesoría 'a dedo' en una empresa pública, cómo no. Evidentemente
era un cargo de confianza y, evidentemente, con un sueldo de los más altos.
Desde ese regreso forzado de la capital del reino, creo que me he cruzado con ella sólo un par de
veces y unas escasas frases o poco más. No soy de su interés, lo cual me honra,
creo.
Ha rehecho su vida personal. Se casó con un señor alto y que
habla muchos idiomas, según dice mi vecina sorda, sin embargo, creo que
desconoce cómo se dice buenos días o buenas tardes en ellos, pues conmigo no lo
ha practicado nunca. En fin, será cosa de los idiomas ¿no?
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