jueves, 16 de octubre de 2014

LA MAGIA DEL TEATRO

La magia del teatro, la magia del teatro, la magia... del teatro.
Puedo hablaros de muchas magias pero sólo lo haré de la que yo experimento en una sala del teatro. Se trata del pequeño instante que transcurre entre los pocos segundos que transcurren para que se inicie la representación. Esos breves e intensos segundos cuando la luz del escenario se atenúa hasta apagarse y con ella los últimos murmullos del público. Es el instante más fugaz y, sin embargo,  esencial para que el espectáculo pueda tener lugar.
Esa emoción fue la que sentí ayer por la noche, en uno de los teatros de ésta maltrecha ciudad. Digo maltrecha porque ha sido abandonada a su suerte en todo lo que concierte a su ciudadanía y, en especial, en a la cultura, en particular en su tan necesaria vida teatral.
Fotografía de un teatro abandonado
Los teatros sobreviven de las sobras. La mayoría de las compañías de todo el territorio español, ya no quieren incluir nuestra ciudad como un destino de sus giras. Los beneficios son ínfimos, todo ayuda a su degradación pero si cabe, el 21 % de IVA impuesto por el actual gobierno, lo remata. Pero vuelvo a la magia del teatro. A pesar de todas las adversidades, los teatros valencianos tienen la suerte de tener soñadores que aún creen que hacer espectáculos es algo imprescindible como el aire que respiramos.
En el escenario se encontraban cuatro experimentados actores. Querían dar lo mejor de ellos mismos. No les importaba que el texto fuese vulgar. No les importaba que el trabajo de dirección brillase por su ausencia. Ellos sólo pretendían actuar lo mejor posible. Suplieron todas las carencias con su profesionalidad y su buen hacer. Lo consiguieron hasta el punto de que supieron disimular la falta de práctica de algunos de los espectadores quienes desconocían que no se debe  interrumpir el trabajo de los actores con carraspeos o fogonazos de sus teléfonos móviles.
El espectáculo continuó y llegó a un falso final que requirió la ayuda del fantasmal regidor para arrancar unos aplausos. Los cuatro actores los esperaban, los cuatro actores los merecían. Su intento por superar a un texto ínfimo se había conseguido por completo. Su profesionalidad merecía nuestro reconocimiento.
Salí de la sala con la sensación de que la magia del teatro no se podía desvanecer en un intento. Debía darle otra oportunidad.
Mañana iré a otro teatro que llenará su sala de entusiastas por reivindicar la cultura, por reafirmar nuestra necesidad de conocer y comprender el teatro como algo vital para nuestra sociedad, para nuestra presente y futura historia.

Valencia, Teatro Talía, octubre de 2014.
Obra: Jugadores.

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