Era el mejor momento del día. Me
ponía cerca de la entrada y esperaba su llegada como si fuese un perrito que
desea la llegada de su amo. Quería ver si venía de buen o mal humor. Todo
dependía de ese breve instante.
Cuando los días eran largos, cuando
ya comenzaba a hacer buen tiempo, era cuando mi padre tomaba la bicicleta y,
después del trabajo, me montaba en la parte de atrás para dar una vuelta.
Siempre me decía: «Cógete bien a mí. No
te sueltes que te podrías caer.»
El paseo siempre era por los
alrededores de mi casa. Los caminos más anchos de las huertas colindantes
resultaban ser los más cómodos para pasear. Me gustaba que estuviesen los
campos recién regados porque el olor de la tierra mojada hacía que la fragancia
de las hortalizas se intensificase. Me sentía la niña más feliz del mundo.
Algunas veces mi padre me preguntaba: «
¿Vas bien? ¿No te cansas?»
¡Claro que no me casaba! ¡Cómo me
iba a cansar si estaba todo el día deseando que llegase ese momento!
Fotografía de Irina Shesterickowa, 2012. |
Comenzaba a llegar el calor y los
paseos eran más agradables y más largos, si cabe. Un día la lluvia
primaveral imprevista dejó los campos mojados y con una fragancia especial. Fue
en ese momento. Por uno de los caminos de la huerta un saltamontes se
abalanzó, con un fuerte impulso, sobre mi cabeza y aterrizó sobre la
espalda de mi padre. Nunca había visto un animal tan grande y tan oscuro. No
sabía lo que era. Sentí miedo y grité asustada: ¡Un bicho! ¡Un bicho!
Mi padre paró en seco de pedalear. Puso
un pie en el suelo y se volvió a mirarme. El saltamontes seguía agazapado a su
espalda, ni se inmutó. « ¿Qué ocurre?»
me preguntó.
¿Cómo podía explicarle que un
animal, que nunca había visto, estaba subido a su espalda? ¡Imposible!
A partir de ese momento, aquel
incidente hizo que los paseos se espaciasen en el tiempo. Montar en la parte
trasera de la bicicleta ya no dependía tanto del mal o buen humor de mi padre
sino de mis miedos que, en ese momento, habían tomado forma de insecto.
Hola! No recuerdo haberlo leído antes...Si lo leí y lo vuelvo a leer siempre lo disfruto!
ResponderEliminarMuchas gracias Búho. Este relato me resulta entrañable porque fue algo que ocurrió entre mi padre y yo. Muchas gracias por leer todos mis relatos. Un abrazo.
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