Fotografía de TOSO DARAC |
¿Por qué se preocupan
tanto? Le pregunté inocentemente a mi madre. Me miró y con una sonrisa benévola
me tomó de la mano y, suavemente, hizo que continuásemos andando.
No obtuve respuesta a mi pregunta sobre lo que era importante para aquellas personas
que parecían tan preocupadas.
Durante toda la cena
no dejé de pensar en las caras que vimos arremolinadas ante el periódico.
¿Qué estarían leyendo con tanto interés?
Volví a preguntárselo
a mi madre cuando vino a darme las buenas noches a mi cama. Como siempre me
contestó con su tono pragmático:
«Todo aquello que no te da de comer no importa.»
Comencé a tener dudas.
-No es posible -Pensé-
si fuese así la caracola que me ha regalado no serviría para nada y, sin
embargo, ella me dijo:
«Póntela en el oído y podrás oír rugir el mar en su interior.»
Sabe que no está el
mar dentro pero lo he podido escuchar. También he saboreado el salitre del mar
en mis labios.
He soñado sólo con mi
imaginación.
He dormido con esa
preocupación.
Cerré los ojos. Ahora
ya sé lo que verdaderamente es importante, al menos para mí.
Fotografía de Édouard Boubat (1955) |
Una delicia. Ay, las pequeñas cosas... pobre de aquel que no se pare a escuchar el mar en una caracola.
ResponderEliminarSí esas pequeñas cosas son las que nos hacen verdaderamente personas. Gracias Carlos por la lectura y comentario.
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