Los bazares chinos crecen como auténticas setas, pero eso no ha sido así siempre.
En mi pueblo estaba la tienda de Remedios. En esa tienda, regentada por una anciana viuda y sin muchos recursos económicos, se podía comprar desde un kilo de arroz a un buen lápiz o una bobina de hilo para coser. Mi madre, de vez en cuando, me enviaba a comprarle. Cuando entraba, en aquella casa acondicionada para ser tienda, me quedaba encandilada mirando los lápices de colores que colgaban, como verdaderos trofeos, de las puertas de un viejo armario. No recuerdo muy bien qué compraba, quizá poca cosa o mucha, no sabría decirlo ahora, aunque lo más probable fuese que se tratasen de pequeñas cosas como alguna que otra bobina de hilo de coser, pero eso sólo ocurría cuando era una emergencia, pues, mi madre, prefería comprárselas al vendedor ambulante del mercado de los martes. En realidad, a ese mercadillo acudían dos vendedores de hilos. Ambos eran hermanos. Se colocaban cada uno en un extremo. El hermano pequeño, estaba a la entrada, parecía ser el mejor sitio, sin embargo, no conseguía vender ni una hebra. El otro hermano, el mayor, un hombre pulcro y bien peinado, estaba al final del mercado y no paraba de envolver, una detrás de otra, las bobinas de hilo que le solicitaban sus fieles clientas.
-Deme una de color blanco. También necesitaré hilo de hilvanar...
Otras se acercaban a su puesto con un pequeño retal en la mano y le pedían consejo:
-¿Qué color de hilo cree que debo usar con esta tela?
-Voy, señora, y ahora vengo. Aquí tiene la paleta de colores. Compruébela usted misma y yo se lo busco.
Hablaba a una velocidad pasmosa y sin dejar de enrollar el género en pequeños trozos de papel de seda. Mientras hablaba vigilaba los posibles pequeños despistes y lo hacía con estas palabras:
-Señoras el género no se toca. Yo se lo doy ya envuelvo.
Para todo llega su último día así que el hermano mayor, el que más género despachaba, dejó de venir al mercadillo. Su hermano continuó haciéndolo, aunque con la misma falta de éxito en la venta. Al fin, un día, también dejó de acudir.
En el mercado de los martes ya no se venden hilos.
Casi al mismo tiempo desapareció la tienda de Remedios que, valga la redundancia, tantos olvidos nos remediaba.
Las mercerías están, cada vez, más especializadas, puedes encontrar desde un hilo de seda hasta la mejor canilla para tu máquina de coser, pero, así y todo, el bazar chino les gana el terreno en la venta de bobinas de hilo.
Lo compres donde lo compres, el hilo siempre es el mismo. La diferencia en la compra-venta reside en el encanto del vendedor.
ResponderEliminarMe quedo con la frase "En el mercado de los martes ya no se venden hilos". Pesa.
Saludos.
Hola Azahara los hilos pueden ser los mismos, pero el encanto de quien te lo vende no.
ResponderEliminarGracias por escoger una frase y sobre todo comentar mi breve relato. Un abrazo.
Mi abuela era sastra y mi madre siempre nos hizo la ropa. Compraban en una mercería llamada Prol. Sigue igual que siempre, a medio camino entre tu "mercado de los martes" y los bazares chinos.
ResponderEliminarUn beso.
Esas tiendas de toda la vida no sólo venden sino que conforman un modo de vida. Gracias por tu lectura y comentario. un abrazo.
ResponderEliminar¡Hola! He visto en otro blog que perteneces a la iniciativa seamos seguidores. YO también participo, pero no encuentro la entrada en tu blog. Si te gustaría que nos siguiéramos dímelo en leerenlaluna.blogspot.com.es y me encantara seguirte. Besos:)
ResponderEliminarHola Bela:
ResponderEliminarme encantaría que siguieras mi blog para leerlo y comentarlo. Te espero. Muchas gracias.
Recuerdo a mi madre comprando hilos en la merceria de toda la vida en el pueblo. Mas tarde las compraba en el mercadillo. siempre que necesitaba un color lo compraba. Ahora yo tengo una caja llena de hilos de colores que mi madre guardaba con tanto cariño. Hace tiempo que no necesito comprar hilos. los tengo en su caja de todos los colores. Un abrazo
ResponderEliminarY seguro que cuando abres esa caja, Maria del Carmen, abres tus recuerdos más agradables. A mí eso me pasa con una caja de botones que tengo. Evocamos lo que hemos amado siempre. Muchas gracias por tu lectura y comentario.
ResponderEliminarHola Perdida en mis libros, gracias por seguirme. Termino de hacerme seguidora de tu blog. Los leemos. Espero tus comentarios también. Un abrazo.
ResponderEliminar